Reconozco que soy uno de los muchos que dudaron de que Rafa Nadal volviera a triunfar en un torneo del Grand Slam. Principalmente por las lesiones que padeció el manacorí -sobre todo en las rodillas- que tenían muy mal pronóstico. Según el criterio de importantes traumatólogos, la tendinopatía rotuliana que padeció Rafa en 2012, podía - en términos clínicos- marcar un antes y un después en la carrera de un deportista de élite. Hasta el propio tenista expresó en su día las dudas que le generaba su futuro deportivo. Afortunadamente el tenista español ha superado su dolencia, ha adaptado su juego a sus condiciones físicas consiguiendo que su vuelta a las canchas este año este resultando un éxito rotundo. En los dos grandes que se han disputado hasta la fecha, ha sido finalista del Open de Australia y ganador en Roland Garros. En tierra batida ha ganado el Master 1000 de Madrid y el de Montecarlo además del Master 500 del Conde de Godó. Ha alcanzado la final en México y Miami. Sun ninguna duda, esta capacidad de recuperación, unida a su constante lucha, competitividad y trabajo, lo han convertido en el mejor deportista español de todos los tiempos, amén de uno de los más grandes tenistas de la historia.
Hacía tiempo que no se veía a un jugador ganar con tata autoridad el torneo de París, sin ceder un solo set y con un dominio aplastante sobre sus rivales.
...Hacía tiempo que no se veía a un jugador ganar con tanta autoridad el torneo de París, sin ceder un solo set y con un dominio aplastante...
De esta final me quedan dos curiosidades para el recuerdo. La primera es el homenaje que le rindió el torneo galo tras vencer en la final al Wawrinka. Un reconocimiento merecido al ganar su décimo título con una puesta en escena triunfal en la pista central. Por cierto, no quiero imaginar lo que pasaría por la cabeza del suízo Wawrinka al ver el espectacular montaje. Quizás estaría pensando: "Menos mal que no gané porque si no les fastidio la fiesta". La otra es el cálido tributo al mundo del tenis a Toni Nadal, su tío y mentor que lo ha acompañado desde los tres años. Toni fue siempre un personaje discreto, poco amigo de los focos y que jamás le restó un ápice de protagonismo a su sobrino. La entrega que hizo a su discípulo del trofeo que le acredita como el más grande en París tuvo un aire de despedida cariñosa a este entrenador que ha tenido mucho que ver en la formación del jugador y en lo que se ha convertido Rafa Nadal: un gran campeón y una gran persona. A partir del próximo año Toni Nadal dedicará su tiempo libre a la academia que lleva el nombre de su sobrino.
Después de esta exhibición de poderío, haría mal en volver a dudar de la capacidad de reacción y de reinventarse de este excepcional deportista. Ha vuelto para seguir dando guerra demostrando que su juego puede mejorar y darle un nuevo brío a su carrera. Hasta el infinito y mucho más, Rafa.