Conseguir tres de los quince últimos puntos disputados en Riazor sentencia a cualquier técnico, máximo al de un Club que por historial, prestigio, afición y, no nos olvidemos, por supervivencia económica debe de estar entre los mejores, y ese lugar no es otro que la Primera División.
Natxo González llevaba semanas mostrando síntomas de agotamiento. Había tocado todas las teclas y asomaba serias dudas sobre el sistema de juego al que fue fiel desde el principio de temporada. Y ya se sabe que cuando no confías en tus propias convicciones los jugadores lo perciben y éstas se confirman en el terreno de juego. Poco más se puede decir de Natxo, un entrenador que llegó con experiencia en la categoría y con la oportunidad de crecer en un equipo llamado a más altas cotas. Respondió a las expectativas en la primera vuelta manteniendo al Depor situado entre los mejores pero los malos resultados, sobre todo en casa, hicieron insostenible su posición en el banquillo. El asalto al ascenso necesitaba de alguien capaz de rearmar al equipo en los próximos nueve encuentros. Salió del club con la misma elegancia y discreción con la que llegó.
Poco se puede decir también de una plantilla confeccionada para ascender, muy bregada en Segunda y con aportaciones de jóvenes con mucha proyección que llegaron en calidad de cedidos. Quizás por eso parece excesivo que haya voces que hagan leña del árbol caído cuando los mimbres no eran malos al inicio de temporada.
José Luis Martí es la persona en la que el cuerpo técnico y el Consejo han depositado las esperanzas de aquí a final de temporada. Llega con un escaso recorrido en los banquillos, todo al frente del Tenerife. Las referencias hablan de su gusto por el orden en el campo, que no es poca cosa. Su etapa como jugador es más larga y recordada defendiendo, entre otros, los colores del Sevilla, donde jugó de mediocentro en un equipo con Sergio Ramos, Dani Alves o Jesús Navas que conquistó la UEFA en 2005 y 2006.
En el apartado de posibles reproches me queda la duda de si el Consejo debía o no mantener su confianza en el técnico vitoriano. Entiendo, sin embargo, que esta temporada se ha planificado con sentido común nombrando un responsable técnico contrastado, eligiendo un entrenador curtido en la categoría de plata y armando una plantilla solvente para aspirar al ascenso con firmeza. A partir de ahí pueden salir las cosas bien, regular o mal pero lo cierto es que las bases no son malas, independientemente de que los buenos resultados lleguen pronto.
@pgarcia_ramos