La Liga de Fútbol Profesional ha puesto toda la carne en el asador para reiniciar la competición tras el drástico parón obligado a causa del Estado de Alarma. Tanto que ha trazado unos protocolos tan drásticos, que lo que resta de competición el fútbol pretende estar blindado ante el Covid-19.
No se salvan ni los recogepelotas. Todos aquellos que entren en un campo de fútbol tienen que llevar en el bolsillo una certificación de que no tienen el ‘bicho’ del coronavirus. Hasta los servicios de emergencias están obligados a demostrar que sus efectivos no poseen el virus. Es decir, que las próximas jornadas se pretende que los futbolistas estén en una burbuja. Tal cual.
Aquí se juega, como es lógico, por el dinero que hay sobre la mesa: televisión, patrocinios, publicidad, etc. Nadie quiere imaginar otro escenario que no sea concluir el campeonato liguero masculino sin incidencias. La Liga femenina se suspendió sin pensarlo dos veces, ahí poca guita hay en juego.
¿Se imaginan que en uno de los equipos profesionales hubiera un brote de coronavirus? ¿Qué ocurriría? Seguramente todo se iría al traste y se suspendería drásticamente la competición. Así que es fácil de entender que los clubes hayan puesto rigurosos controles en sus equipos sin rechistar a las indicaciones dadas por la LaLiga, que para eso ha pagado una millonada para que el fútbol tuviese test a mansalva.
Por ello es importante que el Depor ponga toda la carne en el asador desde el minuto uno y salga al terreno de juego a hacer bien su trabajo, ganar partidos. Ahora mismo tiene dos razones de peso: una es salir de la zona de descenso y la otra, que también es muy importante, el miedo a que surja un brote del virus en cualquier equipo y se contemple suspender la competición. Así que mejor no estar en ese último escenario en la zona roja de la tabla de clasificación. Ese será el gran partido del Depor.