Es difícil explicar qué le ocurre al Deportivo. Terminada la efervescencia tras los primeros partidos con Pepe Mel, el equipo ha vuelto a las andadas. Ante el Sevilla volvió a haber momentos de desconexión importantes, indolencia atrás y en general una apatía que preocupa. No sé qué tecla hay que tocar para que los futbolistas reaccionen pero, por si nos quedaba alguna duda, no toda la culpa era de Gaizka Garitano. Hay varios detalles que nos deja la infructuosa visita al Sánchez Pizjuán: el gol antes de que se cumpliese el primer minuto, la lesión de Juanfran y posterior recado de Mel en sala de prensa con su correspondiente contestación del lateral en Instagram, los goles de Kakuta, los problemas de la defensa, las intervenciones de Lux que evitaron que la goleada fuese mayor... Dos penaltis no pitados al Depor pero eso no tapa la monumental paja mental del equipo.
El Deportivo, una semana más, se encomienda a lo que hagan sus rivales. Le ha estado funcionando gran parte de la temporada pero pasan las jornadas, el equipo no reacciona y, como bien recordaba el técnico blanquiazul, "con 28 puntos se desciende".
Los propios protagonistas no entienden qué les pasa, no saben el porqué comienzan los partidos con semejante pájara, pero ahí está.
Mientras tanto, la paciencia de la afición, que no es finita, amenaza con resquebrajarse. Porque los cientos de fieles que acudieron el sábado a Sevilla no se merecían semejante espectáculo. Y volvieron a sufrirlo. Otro partido más, una jornada menos. Puede que no sea lo más beneficioso que los seguidores piten pero tienen todo el santo derecho. ¡Vaya temporada les está dando su equipo!
Llega un momento crucial del curso en el que los errores se van a empezar a pagar caros y los blanquiazules se pueden terminar quemando de tanto jugar con fuego. El propio Mel ha repetido ya varias veces "esto nunca me había pasado". Un expediente X se vive en el seno del club herculino, que otro año más vuelve a terminar la temporada con apuros. Y ya van...
Los principales actores tienen que ponerse las pilas, quedan siete partidos y sigue sin estar certificada la permanencia. No vale consolarse con que los tres que ahora están abajo lo estén haciendo peor. La supervivencia del club pasa por mantener la categoría y de paso velar por los corazones de los hinchas, acostumbrados a los finales taquicárdicos. Sería bueno que los jugadores demostrasen en el campo lo que cada semana prometen en sus redes sociales: compromiso y trabajo.