Quien haya entrado alguna vez en una casa de apuestas londinense se habrá percatado que tradicionalmente estas oficinas son capaces de respaldar cualquier tipo de reto, por extravagante que este parezca. Se sabe de la afición que sienten los británicos por estos juegos de azar que les ofrece la posibilidad de ganar unos cientos o miles de libras con una sencilla apuesta.
En el año 2000, Peter Edwards, abuelo del extremo del Lliverpool Harry Wilson, fascinado por su juego entró en una oficina de William Hill de Wrextham (Gales) para apostar 50 libras a que su nieto que en aquel momento apenas tenía tres años, llegaría a ser internacional con la selección de Gales. Trece años más tarde el pequeño Harry no sólo debutaba con los dragones rojos arrebatando el récord de precocidad de Gareth Bale, sino que además iba a embolsar la cifra de 125.000 libras esterlinas en la cuenta de su abuelo.
Sirva este ejemplo de un apasionado abuelo para ilustrar la pasión con la que se vive en las islas las apuestas en el deporte. No en vano, la puntuación del tenis (15-30-40) viene de las apuestas inglesas. Allí apostaban al siguiente punto con sus monedas de la época, 15, 30 y 40 peniques.
Sin embargo, la evolución de las casas de apuestas y su relación con el deporte ha sido perjudicial en otras latitudes. En el Calcio la implicación de las mafias en los resultados ocasionó en su día sanciones que llevaron a despojar del título de campeón a equipos históricos (Juventus) y descensos administrativos de categoría.
La aparición de internet ha globalizado ese peligroso negocio de deporte y el azar. Las apuestas han abandonado su espacio fuera de los campos de futbol para entrar a formar parte de manera nociva en el desarrollo del deporte.
Esta semana se destapaba la noticia que inculpa al Eldense de amaño de partidos. Existen indicios que inculpan a algunos de sus jugadores del resultado del partido de la segunda división B contra el filial del Barcelona donde los levantinos perdieron por 12 a cero para, supuestamente, cobrar una apuesta respaldada por una trama internacional del juego.
Partidos amañados que escapan al escaparate de la primera y segunda división, jugadores modestos que tienen ante sí la posibilidad de ingresar una cantidad de dinero jamás soñada en esas categorías, y mafias interesadas en controlar los resultados enturbian y añade la sensación de corrupción que rodea al mundo del fútbol.
Se impone que los organismos involucrados -no sólo la RFEF y LFP sino las administraciones públicas competentes- habiliten medidas ejemplares para todos los implicados en estas tramas y evitar de esta manera que aumente la podredumbre que asola al futbol. Se podría empezar por controlar el acceso a los menores de edad a las casas de apuestas, tanto on line como off line.