Agotados de un discurso agotado. Agotados de que no llegue el final. Una vez más, una temporada más, agotados de que el Deportivo no haga tres partidos seguidos buenos, y para el deportivista ­-no se engañen los que no lo son-­ decir bueno no es que el equipo juegue de tacón. Que compita. Solo con que se deje los atributos en el campo es suficiente para que Riazor se levante y aplauda. Solo con que la gente blanca y azul vea a los suyos echándole coraje, llega para la sonrisa.

Media hora sesteando. Un final de la primera parte en el que apareció un poco la vergüenza torera. Un segundo tiempo en el que el equipo llegó al área rival (no se engañen) porque el Granada ­-con todo respeto-­ es de lo peor de Primera División, como ahora lo es el Deportivo.

Esto no es un problema de Mel ni lo era de Garitano. Es un problema de plantilla, de jugadores, pero siempre se romperá la cuerda por la parte más débil. Normalmente la cadena parte por el eslabón del entrenador. El plantel no era tan bueno. No estaba tan bien equilibrado. Y no lo digo técnicamente, sino mentalmente. El Deportivo del futuro necesita jugadores de talento que compitan. Futbolistas de 90 minutos, no de 45. Efectivos que no sesteen media hora.

Barral tiene trabajo y esperemos que ya lo esté haciendo porque, visto lo visto, lo mejor es que este teatro acabe de una maldita vez y hablemos de futuro. Esto ya cansa. Llega al puñetero hastío. Agota.