La diferencia media de más de 55 puntos existente en los últimos años al final de la liga entre el primer y último clasificado de los siete grupos de la División de Honor Juvenil es un ejemplo para entender una competición sobrevalorada. El interés real de mantener esta estructura competicional para la antesala del fútbol senior se basa en el monto económico generado por el pago de las mútuas y el número de fichas despachadas. Mientras tanto el público en general apenas pone la vista sobre estos chicos salvo que se produzca un enfrentamiento directo como es el caso de este Depor- Celta. Según el resultado final creerán tener argumentos suficientes para valorar el estado de una u otra cantera. Lo cierto es que la competitividad cada año es menor, la calidad insuficiente, el atrevimiento no existe y los potenciales futbolistas “juegan” agarrotados y dirigidos como si fuesen mecanos. La falta de ambición y de voluntad por triunfar es evidente.  Lo más grave es que apenas sí se ve alegría y disfrute en el juego: algo muy grave para esta edad.

Sólo el mediocentro Iago Gandoy dejó detalles de esperanza de alguien que juega y hace jugar a sus compañeros cada vez que se le antoja. Pero necesita una continuidad y un crecimiento que tampoco parece que sea lineal para él en las últimas temporadas. Para todos los demás mucho por trabajar y desarrollar.

Una reflexión profunda se impone de verdad para saber cuáles son los objetivos individuales y colectivos para estas edades y sobre todo...cuál es el camino para conseguirlos.