Un día un buen amigo me espetó que ser políticamente correcto es renunciar a tu propio criterio para conseguir la falsa aceptación de una mayoría de imbéciles. La primera impresión que me causó esa definición fue algo brusca, incluso rozando lo soez. Sin embargo, tras reflexión, caigo en la cuenta de que viene como anillo al dedo con lo que se está sucediendo en el entorno del Deportivo.
Seamos sinceros. A estas alturas de la competición, ¿quién considera que la situación del equipo en la Liga es por culpa del banquillo? La temporada arrancó de forma anómala, con un entrenador sin crédito y una plantilla cuestionada. Pero el despropósito continuó. Todos los informes apuntaban la necesidad de contratar a un portero de garantías. Ni caso. Se produjo la salida de un consejero (Fernando Vidal) y al poco tiempo la del responsable de planificación técnica. (Richard Barral) antes de concluir el cierre del mercado invernal. El despropósito es mayúsculo.
Los asesores del presidente (se desconocen) aconsejan fichar y los refuerzos que llegan no mejoran ni a los equipos de juveniles. La gestión en este apartado es más que penosa. Si a todo ello le unimos que en la actual plantilla no hay jugadores con agallas de asumir el liderazgo, blanco y en botella: Segunda a la vista.
Sobre si Tino Fernández (¿no está?) debe dimitir es una cuestión suya. Lo que sí tendría que hacer es aprender de los graves errores cometidos y subsanarlos rodeándose de profesionales, de los de verdad.