Cuando se produjo el cambio en el banquillo deportivista les trasladé que el nuevo inquilino iba a tener una travesía altamente complicada. Me fundamentaba en que el problema radicaba en la confección técnica de la plantilla que dispondría.

Desgraciadamente y muy a pesar mío, la realidad confirma mis “opacos” presagios. También por esas mismas fechas titulaba el puntual contacto con un “Estado de emergencia”, donde resaltaba la necesidad de ser conscientes de lo que estaba “encima de la mesa” y buscar las soluciones adecuadas.

Decía un buen amigo para cuando la situación era límite: “… ahora es cuando hay que ser más frio, busquemos soluciones, que todo puede ser peor”. Y acogiéndome a sus palabras, quiero incentivarles en el sentido de que este debe ser el punto de equilibrio donde se encuentren acciones consensuadas para evitar que la caída sea cada vez más dolorosa.

Y aquí surge la pregunta del millón: “¿Qué hacer?... Pues todo pasa por creer en un proyecto y lanzarse, sin dudas, a por su consecución. Lo primero es transmitir unidad. Sé que esto puede sonar al “Lago de los cisnes”, pero es que no hay otra.

En este mundo de las sociedades anónimas hablar en estos términos suena a utopía, pero como les dije muchas veces, el deporte es pasión y ésta mueve montañas.

Los “egos” directivos y ex directivos deben cesar y generar, los unos y los otros, una corriente que promueva la salvación del equipo y del Club.

El aficionado deportivista seguro que está dispuesto, sólo es necesario encender la mecha. Una cabeza visible y creíble, al estilo, salvando las distancias, Braveheart.

Algunos me dirán que sólo con testosterona no se ganan partidos, es cierto, pero es un paso fundamental. Los “cabezas pensantes” son los que deben escoger a los elegidos para la acción futbolística.

No sé si los señores Zas y Luis César son los adecuados en su puesto. Soy de los que piensan que las dudas sólo propician incertidumbres. En su momento me mojé con el nombre de Fernando Vázquez. Sigo pensando que sería un avance de credibilidad. 

No se puede esperar más, es el momento de mover el “árbol”. De no hacerlo así, todo quedará grabado en la historia y ésta pasará factura. Al Deportivo no se le puede dejar morir por inanición.

Un último apunte sin querer pontificar. Entiendo que el papel de la Federación de Peñas debe representar el equilibrio, la sensatez. Nunca el enfrentamiento y la crispación. No por hacer mucho ruido, las cuestiones se arreglan mejor. Sólo es un consejo, ya que cada uno escoge su camino libremente. 

Como siempre un placer