Cuestionar la continuidad del actual entrenador supone reconocer un fracaso deportivo. Un fracaso que se inicia con Fernando Vázquez, continúa con Víctor Fernández, Víctor Sánchez del Amo y Garitano, técnicos que no llegaron a cumplir su contrato con el Deportivo porque se les rescindió el contrato antes de tiempo.
Que a Pepe Mel se le dé un ultimátum antes del partido contra el Getafe demuestra que el nerviosismo es un componente determinante en la toma de decisiones deportivas de la directiva coruñesa. No seamos ingenuos, aunque el míster salga victorioso del partido del sábado, la amenaza le seguirá persiguiendo todos los domingos hasta el despido. Lo hemos vista tantas veces estos últimos años que no nos sorprendería.
La cuestión tiene más calado. Cada vez que el equipo flaquea y se vislumbre el peligro de descenso la opción inmediata es destituir al entrenador. La fórmula, como alivio inmediato quizás sea buena, pero a todas luces provisional.
El RCD necesita estabilidad, algo que parece se ha empezado a conseguir en el apartado económico pero no en el plano deportivo. No me cabe duda que el equipo actual mejora al de la temporada pasada con la adquisición de Lucas, Adrián, Valverde, Schär, y pese a ello siguen las urgencias.
El cuerpo técnico y el Consejo de Administración deberían de apostar fuerte por un entrenador, apoyarlo y mantenerlo pese a las críticas.
Nadie en su sano juicio va a querer venir a adiestrar al cuadro blanquiazul sabiendo que el banquillo es un disparadero que sólo conduce a la frustración.
Van seis jornadas. Se ha perdido en casa contra el Real Madrid, algo previsible, contra la Real Sociedad, ésta más cuestionable, y se ha ganado, no sin dificultades, al Alavés. Fuera se ha sumado un punto en un mal partido ante el Levante mientras que se cayó en Sevilla y de forma estrepitosa ante el Espanyol. ¿Realmente son números exageradamente malos para prescindir de un técnico para fichar deprisa y corriendo a otro sin saber todavía a cuál?
Dejemos trabajar a Mel y que ensaye con una plantilla muy versátil que, no lo olvidemos, no se acabó de cerrar hasta iniciado el campeonato. Algunos jugadores todavía no han alcanzado su forma ideal y otros todavía se están adaptando al equipo. El margen de mejora aún es muy grande. Cambiar de entrenador a estas alturas dice muy poco de un proyecto deportivo al que hay que añadir ciertas dosis de tranquilidad y mucha calma.