Este partido lo juega en casa
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El Doctor Cobián, con Djalminha, en una imagen de archivo, fue el médico del Depor más laureado de la historia | ac

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Los últimos días han sido duros para el César Cobián y su familia. Tras unas pruebas realizadas en su hospital de Elche, se le detectaba un tumor pulmonar y se iniciaban los protocolos para tratar la enfermedad. 

Sus propios compañeros del IMED ilicitano, el centro hospitalario en el que trabaja el Doctor Cobián, le entregaban los resultados en la mano, de médico a médico. Con tristeza y valentía, el que fue galeno del Superdepor y del equipo que asombró a Europa, emprendía el regreso a casa, donde hará su trinchera para pelear cada batalla de la guerra que dio comienzo hace pocas horas. 

No estará solo. Cobián es un hombre querido y respetado en su ciudad. Su bonhomía le ha hecho acreedor de un incansable e incontable número de amigos que, en estas horas, están con él. Animando y apoyando.

El CHUAC, cuyas siglas suenan como un chasquido y guiño de confianza para un enfermo –pues sabe que está en las mejores manos– será el que se encargue de poner los medios para tratar, desde las próximas jornadas, a este coruñés que echó raíces lejos de la lluvia y cerca del sol.

Ayer regresaba del Levante que ha sido su casa durante los últimos años. Acompañado de hermanos y familiares, con premura, tenía que poner patas arriba su media vida mediterránea para volver al Atlántico, donde su otra media historia vital le espera con los brazos abiertos y los puños cerrados, para batallar con él.

Y lo hacía animado, reconfortando a los que le rodean, preocupados por la noticia. Hay personas que no cambian, siempre quieren ‘curar’ ellos a los demás, estén en la situación en la que estén...

Por la Carretera de Valencia, donde se emprende el camino hacia el Norte, el ‘Doc’ mandaba un mensaje después de una despedida triste de su director médico y compañeros del alma del Hospital de Elche. “No tengo miedo a ningún tratamiento, voy a pelear”. Allí lo conocen al dedillo. Saben de su carácter luchador. Han sido muchos años para convivir y quererle bien, y esperan su recuperación para que regrese a su puesto cuanto antes, donde ya le echan de menos. 

“Sé lo que tengo por delante pero también sé que estoy en las mejores manos, y sé que estoy donde tengo que estar en este momento”. No hay más que decir. Empieza otro partido y en la grada los suyos gritan desde el minuto uno.

Solo los que padecen esta enfermedad, y los que cuidan a los que la sufren, saben a lo que se enfrentará nuestro querido doctor Cobián. Sirvan estas líneas de ánimo para todos, de fuerza en la tempestad y de esperanza en que vendrán tiempos mejores en los que saldrá el sol después de los largos días de oscuridad.

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