“¿Quién iba a pensar que un día se enfrentarían Argentina y Venezuela y no hubiera un favorito claro?”. En vísperas del choque, Rafael Dudamel, técnico venezolano, encerró en una frase todo el significado de los cuartos de final, con el Maracaná como escenario, enfrenta a Argentina y Venezuela.
Un partido que, por primera vez, no se explica desde la historia -Venezuela nunca ganó a Argentina en Copa América-, ni por el peso de la camiseta, ni, siquiera, por la presencia del mejor en las filas de la Albiceleste. El análisis previo conduce al momento de cada uno y, de ese, sale ganadora la sorprendente Vinotinto, un conjunto con un proceso definido y un objetivo claro; ha puesto la mira en las eliminatorias porque quiere dejar de ser el único equipo sudamericano que no ha jugado nunca un Mundial, pero antes hace una ambiciosa parada en la Copa América. “Venimos a jugar seis partidos, ya llevamos cuatro”, repiten como un mantra el entrenador y sus jugadores.
Y en ese trayecto, ya han conseguido sobrevivir con un jugador menos ante Perú, resistir el asedio de Brasil y lograr un importante refuerzo anímico con su sólida victoria contra Bolivia (3-1). Argentina es todo lo contrario. Llegó a Brasil con muchas dudas y afronta los cuartos llena de incertidumbres.
Frente a Venezuela sumará su decimotercer once en otros tantos partidos, con el regreso de Pezzella a la defensa, desplazando al lateral a Foyth, y la entrada de Marcos Acuña.