La irrupción de Torrado no es una sorpresa para algunos. En su segundo año juvenil formó parte de la Selección Gallega Sub 18 y debutó en Tercera de la mano de Jorge Otero. El pasado año, aunque no era sénior aún, fue uno más en la plantilla del primer equipo y también tuvo algunos minutos.
Siempre como interior. Si bien, tanto Otero como su ayudante “Duvi” Paredes y el ex director deportivo Eduardo Carregal veían en Torrado un potencial enorme como lateral derecho, por sus condiciones físicas.
Fue Rafa Sáez, a su llegada este verano, el que retrasó la posición de Carlos Torrado, que pasó de ser extremo a lateral, tanto derecho como izquierdo. Y “voilá”, el jugador explotó. Por la derecha y por la izquierda. Se ha convertido en un auténtico “pepinazo”. Gracias a un tren inferior que le acerca al fútbol profesional, por eso ojeadores y secretarías técnicas lo siguen cada partido.
Además, ha despejado cualquier duda sobre su adaptación a nivel táctico a la posición de defensa, sobre todo porque la propuesta de su entrenador, ofensiva y con protagonismo para las subidas de los laterales, le viene como anillo al dedo.
Mientras encara la recta final de la recuperación de la infección vírica que le impidió jugar los dos últimos partidos y que le tendrá también en la grada el domingo ante el Porriño, el futbolista asume con humildad los elogios y estos seguimientos. En gran medida porque en su entorno hay una persona que ejerce una influencia que ayuda a ello. Se trata de su inseparable abuela, Teresa Domínguez.
No hay ni un solo partido o entrenamiento que se pierda de su nieto. Llueva o haga calor, por muy recóndito que se encuentre el campo de juego. “Fui a tantos que ya ni sé donde quedan algunos”, dice la abuela.
“No me interesaba el fútbol”, recuerda, “pero como los padres no podían llevarlos por trabajo fui la encargada de andar de aquí para allá tanto con su hermano mayor Daniel como con Carlos desde que tenían 5 años”.
Con dos décadas de experiencia, Teresa ya es toda una futbolera. “Ahora me gusta, lo entiendo”. Su papel dista del tópico de las abuelas halagadoras. “Yo le digo que lo hace bien, pero que lo puede hacer mejor, y que sea humilde, sin humildad no se puede jugar al fútbol”.
Teresa lleva viendo a su nieto destacar desde pequeño, “cuando tenía 7 u 8 años marcó 89 goles”. Del Deiro, donde su hermano defiende la portería del primer equipo, pasó al Arosa. Quemó etapas con normalidad, como vive la actual. “Él está encantado con el club, con los compañeros, con el entrenador, con el presidente...”.
Abuela y nieto son conocedores del interés de importantes clubes, pero no parece afectarles lo más mínimo. “Él tiene muy claro que va echar todo el año aquí, es lo que quiere”, dice la abuela del futbolista del Arosa. “Él otro día se puso a divagar y me preguntó que si le acompañaría si tuviese que marcharse a otro sitio por el fútbol”. La contestación de Teresa no se hizo esperar. “Claro que sí, le dije”.
Habrá que esperar por tanto a final de temporada para conocer donde continúan su inseparable relación familiar y deportiva ambos. Mientras, Teresa seguirá al pie del cañón por Carlos.