La primera derrota que tuvo que sufrir la hinchada blanquiazul no se hizo esperar y el pasado sábado ante el Albacete volaron los primeros tres puntos del Abanca Riazor.
El que se supone que tendría que ser un campo infranqueable, requisito fundamental para poder aspirar a altas cotas en Segunda, sufrió ya el primer palo del curso.
Una derrota precedida de suspense, de nuevo de la mano del VAR, que decidió que había mano de David Simón en el área. Una decisión que encendía a la grada.
Menos de 16.000 aficionados se daban cita en el campo coruñés, muchos menos que en la primera jornada ante el Real Oviedo, en la que se habían rozado los 21.000.
Duelo tedioso
La parroquia herculina, que no dejó de animar desde el minuto uno, fue testigo de un encuentro muy plomizo, sobre todo en la primera parte. Ante la inoperancia del equipo se le pidió que le “echase huevos”, pero las ocasiones llegaban con cuentagotas y casi todas en las botas de un Aketxe al que el larguero privaba del gol.
Sin reacción
Ya con uno más sobre el verde, la hinchada se desesperaba con las pocas ocasiones de los blanquiazules, que ponían más corazón que cabeza.
La subida de Dani Giménez a rematar al córner en el descuento arrancaba los aplausos del respetable, pero nada evitaba al final la primera derrota en Riazor.