La primera derrota en el Abanca Riazor llegó con suspense para la afición blanquiazul. No lo auguraba el partido, con un Deportivo espaciando sus ocasiones a balón parado y un Albacete ofreciendo muy poco. Pero, al igual que ante el Real Oviedo la hinchada tuvo esperar para que el gol de Koné subiese al marcador en la jornada uno, aquí el VAR señaló cruz: penalti por mano de David Simón.

Enfado con el VAR
Una decisión que mantuvo en vilo a la parroquia blanquiazul, que se quejaba del tiempo de espera, murmuraba con preocupación cuando Milla Alvéndiz se dirigía al monitor y que estallaba de rabia al ver como el trencilla andaluz señalaba la pena máxima. Susaeta ponía el 0-1 y llegaban las prisas para el Deportivo y para una grada que, aunque no dejaba de animar, veía como los minutos volaban y el gol no llegaba. 

Dos palos
Casi 16.000 gargantas que habían visto como Aketxe hacía temblar el larguero de Tomeu Nadal y que ahora no terminaban de creerse que de nuevo el palo, ahora en la otra portería, escupiese el remate de Beto da Silva. No había forma de lograr, al menos, el empate. Y aunque con uno más, por explusión de Fran García, el Depor lo intentaba, lo hacía con más corazón que cabeza. Hasta subía Dani Giménez en el 96 a rematar un saque de esquina, en una salida desesperada. 

Terminaba el partido y además de aplausos los silbidos sobrevolaban Riazor, que veía como se escapaban los primeros tres puntos del curso en un feudo que tendría que ser, en teoría, inexpugnable.  Un estadio en el que los ubicados en Marathon Inferior vieron como caían trozos de cemento, lo que obligaba a desalojar una zona. Un hecho, por fortuna, sin daños personales. Los daños, todos en el campo.