Tras varias semanas de incertidumbre –más que de peligro real–, el Basquet Coruña selló la permanencia la pasada semana en la cancha del Lleida, victoria que convierte el choque de hoy ante el Huesca en una fiesta de fin de curso doméstico sin más preocupación que ofrecer un nuevo triunfo a una afición que ha sufrido más que nunca desde el aterrizaje en la LEB Oro.
Por el contrario, el visitante de Riazor se juega mucho. El Huesca llega ubicado en la décima posición, pero con tan solo una victoria menos que el quinto clasificado, el último que gozará de la ventaja de campo en la primera ronda de los playoffs de ascenso.
Así pues, el conjunto que dirige Guillermo Arenas, que viene de aplastar (105-68) al ya descendido Araberri, tanto podría contar con ese factor como coger vacaciones la próxima semana.
Cifras parejas
De la intensidad y ganas de ganar que ponga la ‘marea naranja’ dependerán la opciones de plantar cara a un rival que, estadísticamente, no dista demasido del grupo que entrena Gustavo Aranzana. De hecho, el Peñas tiene peor diferencial (-1.0) que el Coruña (+0.3) en tre puntos anotados y encajados, mientras que en valoración hay poco más de dos unidades de separación, y en rebotes, solo una décima.
El cuadro oscense es especialmente peligroso desde la larga distancia: su 37.6% de acierto es el tercer porcentaje más alto de la competición. En esta faceta destacan el ala-pívot Stojan Gjuroski (44.7%), el base Agustí Sans (43.8%) y los escoltas Robinson Opong (42.9%) y Tyler Haws (38.6%).
Gjuroski (14.6 puntos y 3.6 rebotes), el pívot Rauno Nurger (13.1 y 6.3) y Haws (13.8, 3.8 y 1.8 asistencias) son los motores ofensivos del Huesca, con dos bases muy ordenados al timón: Sans (7.3, 3.1 y 3.3) y Dani García (5.2, 3.3 y 3.3).
Pese a esta cualidad de ambos, su equipo es el segundo que más balones pierde (14.2) y de lo que menos roba (6.9). El otro gran talón de Aquiles de la escuadra aragonesa está en el rebote defensivo, aspecto en que, con 7.4 capturas por encuentro, es el segundo peor de los dieciocho de Oro. Una bendición –sobre el papel– para un BC que durante toda la temporada ha tenido problemas en el rebote defensivo.
El de hoy será, en teoría, el último partido en casa de naranja para varios jugadores, y quién sabe si también el último de Aranzana en el banquillo herculino. Aunque este es un tema que se tratará en su debido momento.
Esta noche toca disfrutar de la fiesta, del baloncesto, del espectáculo, de la garantía de una séptima temporada consecutiva en la segunda categoría del baloncesto español. Que no es poca cosa.