La selección española mostró al mundo su determinación, su ambición y sus progresos, aun perdiendo por 1-0 ante el combinado de Alemania, en un partido que se jugó en verano y en invierno, unas veces bajo el sol y otras bajo el aguacero.
A esta nueva España ya no le incomodan esos duelos que la exigen mucho, bien por la meteorología o bien por el nivel del rival. Intuye ahora La Roja que puede reescribir su propia historia, como lo hacen la sub-17, la sub-19 y la sub-20, sin cadenas ni anclajes.
Eso conlleva ceder el protagonismo a jugadoras que pueden promover y acelerar la evolución, como Nahikari García. La atacante de la Real Sociedad se coló en el once para alegría de Jenni Hermoso, repetitiva en su reclamo.
Omnipresente, como Hermoso durante el juego, había estado anteriormente Martina Voss-Tecklenburg. Supervisó desde la corta distancia a sus 22 jugadoras. Eran momentos en los que la seleccionadora alemana debía intervenir con la psicología. Faltaba su estrella y guía, Dzsenifer Marozsan, que contra China se fracturó un dedo del pie derecho.
Todas la de Vilda comparecieron crecidas pero, especialmente Nahikari García. Su velocidad y verticalidad fueron recursos a explotar por La Roja. Giulia Gwinn y Sara Däbritz abanderan el remozado estilo germano, con permiso de Alexandra Popp y la eléctrica Svenja Huth.
En ataque, las germanas no entienden de avisos –España se quedó en eso: varios disparos de Silvia Meseguer y Nahikari García– sino de goles.
Centró Huth, cabeceó Popp y remachó Däbritz ante la parálisis de Marta Torrejón, a tres minutos del descanso (1-0). El camino al gol puede ser muy sencillo si juega Alemania. Eso fue justo lo que extrañó la mejorada y jubilosa selección española.