Es el año 2010. Séptimo partido de la Final. Lakers y Celtics, las dos mayores dinastías de la NBA, con el cuchillo entre los dientes. El partido más intenso que jamás disputó Pau Gasol. Y un final feliz: “Acabé casi en estado de shock”, aseguró el santboiano.
Pintaban bastos para los angelinos aquel 17 de junio: 14 tantos en el primer cuarto (récord negativo en la historia de las Finales) con 6/27 en tiros de campo, un Kobe Bryant muy errático y 13 abajo en el tercer periodo.
Pero hubo remontada, con acciones inolvidables como el triple de Ron Artest o la canasta del propio Gasol por encima de Rasheed Wallace, Kevin Garnett y Paul Pierce a falta de 1:30. “Creo que en esos momentos sale a relucir la identidad, el carácter y la unión de ese equipo”, confesó Pau. “Mostramos una cohesión enorme; una entereza, una convicción en nosotros mismos, y no nos rendimos pese a que las cosas no nos estaban saliendo bien. No estábamos nada acertados”, agregó.
Serie durísima
Las piernas pesaban como una losa tras una serie durísima. Los nervios, más aún. Y sobrevolaban los fantasmas del pasado, cuando en 2008 los Celtics sometieron a su gran rival en la Final. Sin embargo, llevados por el aliento de las 20.000 almas del Staples Center, el corazón de los vigentes campeones (frente a Orlando en 2009) volvió a palpitar.
“Las emociones eran muy intensas y la presión muy grande, pero seguimos trabajando, luchando cada posesión y conseguimos ganar un partido épico e histórico para todos”, afirmó Gasol. “Recuerdo esa sensación de satisfacción, alegría, euforia y emoción máxima. No he competido nunca en un partido tan intenso como aquel”, sostuvo. “Durante la pandemia he visto el partido por primera vez al completo y me emocionó mucho porque Kobe me dirigió unas palabras al final, cuando le dieron el premio (MVP), que yo no escuché en aquel momento”, concluyó Pau Gasol.