El Barcelona, después de tres encuentros sin conocer la victoria, se transformó al escuchar el himno de la Liga de Campeones y olvidó los malos resultados ligueros gracias a un arranque que desactivó por completo a los londinenses.
Nada más pisar el césped de Wembley, escenario que les vio coronarse reyes de Europa en 1992 (en el campo ya derruido) y en 2011, los culés acallaron a las 90.000 almas y se adelantaron antes de que se cumpliera el segundo minuto de juego.
Leo Messi desarboló la línea defensiva del Tottenham con un pase en largo para Jordi Alba que, ante una mala salida de Hugo Lloris, cedió la pelota atrás para que Coutinho apareciese en la frontal. El brasileño controló y con el meta galo fuera de los palos, definió con tranquilidad junto al poste.
Noqueados
El gol dejó tocado a los de Pochettino que apenas reaccionaron al mazazo y que se llevaron otro contratiempo 25 minutos después.
Luis Suárez, inédito fuera de casa desde hace tres años en esta competición, embolsó con el pecho dentro del área, se la dejó a Coutinho, que sin margen de reacción la salvó como pudo enviando la pelota hacia la frontal. Ahí apareció Rakitic para, con un trallazo en suspensión, alojar el balón junto al palo derecho de Lloris, firmando el gol número 600 del Barcelona en la Copa de Europa. La doble ventaja relajó a los de Valverde, que comenzaron a hacer de la posesión su mejor defensa y en las botas de Suárez y Messi estuvo la posibilidad de poner el tercero antes del descanso.
Le sobraban al Barcelona cinco minutos de partido, porque el escenario jugaba en contra suya y Wembley, pese a no ser la olla de otros templos ingleses, presiona lo suficiente como para que cinco minutos de sufrimiento parezcan veinte. Pero el ímpetu inglés fue castigado cuando un error infantil en defensa permitió que Alba, tras dejarla pasar de manera soberbia Suárez, se la colocara a Messi dentro del área, que solo tuvo que superar a Lloris para conseguir su quinto gol en Champions y el segundo de la noche. Fin de fiesta.