El primer Dakar en Arabia Saudí arranca hoy con Fernando Alonso como centro de atención de todas las miradas, pendientes del debut del primer campeón de la historia de la F1 que se atreve a correr el raid más duro del planeta.
La presencia del ovetense ha dejado casi en segundo plano el nuevo escenario del Dakar, que tras once años en Sudamérica llega a Arabia Saudí, donde la organización ha pedido a los participantes no mostrar mensajes políticos ni realizar muestras de afecto en público para no contravenir las costumbres locales.
La expectación sobre Alonso es máxima al pilotar un Toyota Hilux, coche ganador en 2019 y tener de copiloto al pentacampeón en motos Marc Coma, quien pondrá al servicio del asturiano toda su experiencia en navegación. Sin embargo, sus opciones de victoria son muy reducidas al tratarse de su primera experiencia frente a rivales de la talla del vigente campeón y principal favorito, su compañero de equipo el qatarí Nasser Al Attiyah.
Solo la incursión del ovetense hace que este sea un raid histórico para España al reunir a sus dos máximas leyendas de automovilismo, pues Carlos Sainz afrontará, a sus 57 años, su decimotercer Dakar, el segundo al volante del Buggy Mini, con la ilusión de obtener su tercer título.
En coches también volverá a competir el incombustible Nani Roma, segundo el año pasado con un 4x4 de Mini, pero esta vez al volante de un Borgward, un coche a priori sin opciones de estar en la pelea por la victoria final.
Trece etapas
En total serán más de 540 participantes los que tomarán la salida desde Yeda, la principal ciudad financiera de Arabia, para recorrer el territorio saudí de arriba a abajo en 13 etapas que culminarán el 17 de enero en Qiddiya.
Solo habrá doce mujeres en carrera, un pobre 2,10% del total de los participantes en un país donde hasta hace año y medio las mujeres tenían prohibido conducir.
Una tercera parte de ellas son de España, entre las que no falta Laia Sanz. La catalana afronta su décimo Dakar con el objetivo de llegar a la meta a ser posible entre los quince primeros y agrandar su récord de cero abandonos.
Por delante tienen más de 7.800 kilómetros de recorrido, de los que más de 5.000 serán cronometrados, pero con novedades que hacen a la prueba más igualada y aún más dura.
Por primera vez se entregarán ‘roadbooks’ (hojas de ruta) en color antes de la salida de las etapas para evitar la intervención de los ‘mapman’, especialistas a sueldo de los equipos más potentes que repasan la ruta y dan indicaciones adicionales a los pilotos, lo que está prohibido por las normas de competición.
Las motos, donde estas prácticas fueron descubiertas el año pasado al piloto argentino Kevin Benavides, continuarán como la categoría más abierta del raid, con más de una decena de pilotos con opciones de subirse a lo más alto del podio. La incógnita será conocer si KTM mantendrá una tiranía que dura ya dieciocho años. La corona la defenderá el australiano Toby Price frente a sus compañeros de equipo.
Dos aspirantes
A destronar a la marca austríaca aspiran Joan Barreda (Honda) y el francés Adrien van Beveren (Yamaha), dos pilotos con ganas de resarcirse de los infortunios que les han impedido ganar en los últimos años.
Los UTV (buggys ligeros) prometen mucha emoción con el chileno Francisco ‘Chaleco’ López como defensor de un título que aspiran arrebatarle Gerard Farrés, el brasileño Reinaldo Varela y el francés Cyril Despres, pentacampeón del Dakar en motos, que se inscribió a última hora.
En los quads la pelea estará entre el chileno Ignacio Casale, campeón en 2014 y 2018, y el polaco Rafael Sonik, mientras que en los camiones el ruso Eduard Nikolaev, ganador de los tres últimos Dakar, sigue sin un rival a su altura que le impida seguir alargando la supremacía de los Kamaz.