En la primera final de la temporada, apareció Joao Félix. Provocó el primer penalti, anotó el segundo y volvió a marcar ante el mismo rival que había recibido su última diana 71 días antes: el Lokomotiv de Moscú, víctima necesaria para el pase del Atlético a octavos.
La evolución del ‘Menino de Oro’ ha sido mirada con lupa desde sus primeras evoluciones, todas ellas intermitentes. En la noche del miércoles, en el momento clave que determinaba el futuro del Atlético en la Liga de Campeones, fue ambicioso desde el inicio.
Porque desde el pitido inicial se lanzó hacia el área en busca de una ocasión de gol, recibió de espaldas un centro de Kieran Trippier, se revolvió en busca de Álvaro Morata en una ocasión abortada, y en la siguiente situación ofreció un desmarque que acabó con él siendo derribado por el portero ruso Anton Kochenkov.
Joao fue a por el balón, pero la jerarquía rojiblanca imponía que el lanzador fuera el lateral inglés Trippier. Su disparo, tibio y a media altura, permitió a Kochenkov despejar al poste.
A algún aficionado rojiblanco y a algún futbolista, como al centrocampista ilicitano Saúl, se le aparecieron los fantasmas de anteriores partidos sin concretar ocasiones.
Vuelta a empezar para el conjunto rojiblanco, liderado por un Joao presente en todas las acciones de peligro. Generó el mayor peligro rojiblanco, ya que los laterales, protagonizaron llegadas romas, sin peligro, hasta que un centro del lateral inglés, generó un error gravísimo del medio ruso Rifat Zhemaletidnov al intentar acomodarse con el brazo el balón en el borde del área.
Joao Félix ya tenía entonces el balón en la mano, y esta vez nadie se lo iba a quitar. Sin un ápice de dudas, el ‘7’ rojiblanco acomodó el balón en el césped, miró al portero, se retrasó dos pasos y apenas necesitó impulso para descerrajar un derechazo fuerte y seco, e imparable para el meta ruso.
Era el fin a 71 días sin ver puerta para el punta de Viseu, desde el 0-1 que abrió camino en el estadio Lokomotiv el 1 de octubre, en el que había sido su mejor partido como jugador rojiblanco, al que siguieron un duelo gris en Valladolid y un esguince de tobillo en el Wanda Metropolitano ante el Valencia, con seis encuentros de baja por lesión y un regreso peleado de cara a puerta.
71 días después, Joao Félix se ha quitado un peso de encima, y con él todo el Atlético. “Por fin he marcado otra vez, el gol no acababa de llegar, pero seguro que iba a llegar. Ha sido un gol importante y estoy muy contento”, añadió Joao, encarnando la esperanza de todo un equipo en recuperar el acierto goleador. De momento, ya han logrado el objetivo de meterse entre los dieciséis mejores de la Liga de Campeones.