Tebas contra Rubiales
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Tebas contra Rubiales


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Javier Tebas, el poderoso presidente de la LFP, necesita enemigos como el comer. Si primero tuvo unos enfrentamientos sonados con el anterior presidente de la Federación Española de Fútbol, el olvidado Ángel Villar, ahora tiene en la diana de sus críticas a su sucesor, Luis Rubiales, anterior presidente de la AFE. Tebas es un polemista nato y, sin entrar a fondo sobre si tiene razón o no en sus opiniones, sabe buscar muy bien los puntos flacos de sus enemigos dialécticos. 

En las últimas semanas Tebas y Rubiales han sostenido diversas “broncas”, a través de los medios de comunicación (incluimos en ellos, también, las redes sociales). La cosa ya venía de atrás, de cuando la LFP pretendió organizar el famoso partido entre el Gerona y el Barcelona en la ciudad estadounidense de Miami, objetivo que no se va a cumplir, principalmente, porque los organizadores se dieron cuenta de que aquello se podría convertir en un “aquelarre separatista”, dadas las condiciones que había para ello. El partido ya se jugó el pasado mes de enero y no ocurrió nada fuera de lo común, o sea, ambas aficiones loaron juntas “el minuto 17” de cada período. 

Posteriormente, el motivo de enfrentamiento entre ambos dirigentes fue el de los días de competición y los horarios correspondientes. Rubiales quiere eliminar los partidos de los viernes y los lunes y que en verano se jueguen todos a partir de las siete y media de la tarde, cuando el calor empieza a decaer. Tebas, sin embargo, se empeña en mantener esos días de competición pues considera que esos días “raros” ayudan a que los partidos tengan más difusión fuera de España (será, nos imaginamos, por falta de competencia). Por cierto, la Federación Alemana de Fútbol ya anunció que la próxima temporada solamente celebrará partidos los sábados y domingos. 

Mientras tanto, el exfutbolista David Aganzo, que es el actual presidente de la AFE, ha pedido calma a ambas partes, por un lado, y que no se olviden, por otro, de que los auténticos protagonistas de los partidos de fútbol son los futbolistas y que su opinión tiene que tener influencia sobre las decisiones que se tomen. 

Rubiales, que tampoco es de fiar, ya advirtió a quien quiso escucharle que “el sistema que utiliza Tebas lo convierte automáticamente en un ministro de Deportes, por el dinero que maneja a capricho”. 
Tras esta andanada, Tebas hurgó en la herida del presidente de la Federación y, a favor de corriente, le soltó un comentario venenoso cuando le dijo que el “sistema Rubiales” amenaza el crecimiento del fútbol femenino, algo que sabía que tendría un eco oportunista dada la ola de popularidad a que está subido ahora mismo el balompié protagonizado por las chicas. Y amenazó con no seguir tutelándolo: “Si quieren que nos vayamos, nos iremos”.

Por si fueran pocos los líos en los que está metido Tebas (le encantan y en ellos se maneja como pez en el agua), también colean sus manifestaciones en contra de la nueva disposición que la UEFA maneja para las competiciones europeas a partir del año 2024. Todo eso de la Superliga, el nuevo Mundial de clubes y otras ideas luminosas de esos cerebros directivos no hacen más que enredar la organización de torneos clásicos que se van a ver en apuros en un futuro inmediato. Desde luego, vamos a tener que darle la razón al excelente jugador francés Ben Arfa, cuando dice que el fútbol, tal y como lo venimos conociendo desde siempre, está empezando a morirse. Y si la persecución de las desigualdades era uno de los objetivos  principales de la FIFA y de la UEFA, esas medidas que se atisban no van a hacer más que aumentar todavía la diferencia entre unos clubes,  cuyos presupuestos les permitirán participar en todo el número de partidos anuales que quieran, y otros, que tendrán que renunciar a competir al más alto nivel. 
En fin, la guerra continúa.

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