“Soy el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma”, un poema de William Ernest Henley (Long John Silver) leído por Mandela. Pues bien, los clubes de fútbol pueden verse reflejados en ese bello escrito si pelearan por volver a tomar sus propias decisiones en relación a ser los dueños de sus campos y estadios de fútbol, porque en estos tiempos de incertidumbre que corren en estos tiempos no lo son.
No es de recibo que, por ejemplo, el, Deportivo no pueda decidir que los medios de comunicación locales, aquellos más cercanos, los que le acompañan a los desplazamientos, los que sufren y padecen el día a día de su equipo, los que ilusionan, los que ‘venden’ deportivismo, no tengan acceso en este caso al estadio de Riazor, porque la Liga de Fútbol Profesional (LFP) ha decidido diseña un drástico protocolo a causa de proteger a los equipos de Covid-19.
Es cierto que el objetivo de Javier Tebas es que la Liga concluya porque hay mucho dinero en juego, también los clubes son los primeros interesados por aquello de los ingresos no solamente de la televisión si no de sus patrocinadores.
Hay que entender que un contagio daría al traste con las pretensiones de la patronal futbolística de concluir las jornadas que restan de competición, ya que si un equipo cuenta con casos de coronavirus podría paralizarse con consecuencias nada deseables para ninguna de las partes.
Los medios de comunicación poco o ningún contacto tendrán con los futbolistas, así que no entrarían si quiera en suj ‘burbuja’ de protección. Por eso no se entiende que se pueda vetar la entrada al estadio a medios locales, como radiofónicos, que por sus características no cumplen los requisitos de LaLiga de Tebas, ya que su audiencia no puede competir con las grandes cadenas, pero que para los seguidores locales sí son una referencia. Por eso los clubes deberían tener ‘independencia’.
