Alcaraz, aire fresco sobre la tierra batida
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Alcaraz, aire fresco sobre la tierra batida

Alcaraz, aire fresco sobre la tierra batida

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Nunca ha superado los cuartos de final de un Grand Slam, pero el español Carlos Alcaraz aparece como la sensación de Roland Garros, que aspira a ver una bocanada de aire fresco tras años de dominación del "big 3".


Con poco más de 19 años, el fulgurante inicio de temporada que ha protagonizado el oriundo de Murcia le ha colocado de lleno en la senda de grandes leyendas que se han mostrado al mundo sobre la arcilla parisiense.


Bjorn Borg en los años 70; Mats Wilander en 1982, cuando se alzó con el trofeo solo un año después de haberlo ganado en júniors; Michael Chang, ganador en 1989 con 17 años y 3 meses; Gustavo Kuerten y su aire hippy ganador en 1997 con solo 20 años.


Todos ellos desafiaron al régimen imperante en sus épocas, como en 2005 lo hizo Rafa Nadal, que se llevó a casa la Copa de los Mosqueteros en su debut y que, desde entonces, ha sumado otras doce para convertirse en el rey de la tierra batida.


Muchos ven ahora en Alcaraz detalles de aquel Nadal, aunque el uno y el otro se esfuerzan por ponerle sordina a esa comparación, por miedo a que aplaste al joven frente al peso de la leyenda del veterano.


En todo caso, el fenómeno está creado y el nombre de Alcaraz figura en letras mayúsculas en el complejo tenístico del oeste de la ciudad. Los organizadores son conscientes y no dudan en utilizar su imagen y su arrastre.


Alcaraz ha sido el elegido para cerrar la jornada dominical de apertura en la pista central. El español se medirá en el último turno al argentino Juan Ignacio Londero, rescatado de la fase previa.


Es el gran reclamo de una jornada que comienza con un programa más suave pero que debe contar con nombres de brillo para atraer al público. Alcaraz figura en la central mientras que el alemán Alexander Zverev, el otro gran nombre del día, lo hará en la Suzanne Lenglen, la segunda pista en importancia.


El tirón del español es indiscutible y esta edición de Roland Garros aparece para él como un trampolín, pero también como un examen de reválida.


SEGUNDA VISITA A ROLAND GARROS

Será su segunda visita a la tierra batida francesa, pero la primera en la que tiene ciertos galones. Hace un año, cuando llegó como 97 del mundo, ya dejó su huella, convirtiéndose en el primer tenista procedente de la fase previa que alcanzaba la tercera ronda desde 1992.


Los espectadores recuerdan ya la potencia de sus zarpazos, una fuerza que, aun inexperto, no supo canalizar en el duelo contra el veterano alemán Jan-Lennard Struff, que acabó por derrotarle a golpe de táctica.


El de 2022 es otro Alcaraz, más asentado entre los mejores, que afronta el torneo desde el puesto 6 del ránking y con cuatro torneos en un solo año, entre ellos sus dos primeros Masters 1.000.


Si la victoria en Miami tuvo tintes épicos, la de Madrid le propulsó a otra galaxia, porque en el camino dejó a Nadal, a Novak Djokovic, número 1 del mundo, y a Zverev en la final, lo que le convirtió en el jugador más joven en derrotar, en un mismo torneo, a tres "top 5".


EL MEJOR SOBRE TIERRA

El español llega también como el mejor tenista sobre tierra batida desde hace un año, con 23 triunfos y solo tres derrotas, una sola de ellas concedida en 2022, frente al estadounidense Sebastian Korda en segunda ronda de Montecarlo.


Alcaraz no oculta su ambición, pero sabe que este Roland Garros puede ser decisivo para su futuro, marcar en cierta forma su carrera.


Su entorno le protege al máximo y, por ahora, le ha apartado todo lo posible de los focos. No participó en la jornada de prensa de este viernes y rechazan las peticiones de entrevistas.


En las que dio en el pasado combina su hambre sin complejos con ciertas dosis de humildad, cuando rechaza compararse con Nadal.


En París ya ha tenido que forjar su carácter. Lo hizo el año pasado bajo el techo de Bercy en el Masters 1.000 de la capital francesa.


El duelo contra el francés Hugo Gastón, con todo el público en contra, es de los que endurece una personalidad y la de Alcaraz tendrá que soportar ahora los rasguños de la fama.

Alcaraz, aire fresco sobre la tierra batida

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