La violencia verbal en el fútbol
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La violencia verbal en el fútbol


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La Real Federación Gallega de Fútbol y concretamente su Comité Técnico de Árbitros, ha publicado recientemente un Protocolo de actuación sobre la violencia verbal en las competiciones que organiza. Trataré hoy el tema por considerarlo de actualidad, al comprobar como la violencia verbal sigue estando presente en los campos de fútbol de todo el mundo, y en todas las categorías. Desde las competiciones infantiles, hasta las profesionales, pasando por las femeninas o de veteranos, siguen surgiendo episodios violentos en demasiadas ocasiones.


La RFGF tiene como uno de sus objetivos el eliminar los insultos a los árbitros o a los jugadores, y por eso había publicado ya la temporada pasada -actualizándolo para la presente- el citado Protocolo, “con la intención de combatir las amenazas, insultos y las manifestaciones racistas, xenófobas, sexistas e intolerantes”.


Las medidas que deben aplicar los árbitros gallegos serán, en primer lugar, detener el partido y comunicar al delegado de campo que avise a los infractores para que depongan su actitud. Esto es lo que vemos en los partidos de las ligas profesionales, en los que incluso se avisa por la megafonía del estadio. 


Pero, ¿como se puede actuar en los partidos de aficionados o de categorías inferiores? La segunda medida que indica el Protocolo es la suspensión temporal del partido: “El árbitro suspenderá temporalmente el partido e invitará a los equipos a retirarse a los vestuarios”. Con esta medida seguramente se calmen los ánimos y empezarán las discusiones entre los aficionados de uno y otro equipo, sobre quien fue el culpable, pero el insulto o la amenaza ya están hechos y todos se declararán inocentes. La tercera medida consiste en la suspensión definitiva del partido: “Si los autores de los actos de violencia verbal no pudieran ser expulsados o si se reprodujeran otros actos semejantes...el árbitro acordará la suspensión definitiva”. 
Parece la mejor solución, a pesar de los trastornos que pudieran ocasionarse a los clubes visitantes y a los aficionados que se desplazan con el equipo.


En mi opinión, la RFGF poco más puede hacer y somos nosotros, los jugadores, árbitros y aficionados, los que tenemos que evitar todo tipo de actos de violencia verbal o física. La labor arbitral debe ser apoyada por todos los implicados en el juego: jugadores, entrenadores y espectadores, si de verdad entendemos los beneficios de cualquier actividad deportiva.


Desde el caso reciente de un presidente de club profesional que agredió a un árbitro en Turquía, pasando por la sufrida por un árbitro coruñés, en un partido de la liga de veteranos celebrado en Elviña, con invasión del campo por aficionados del equipo agresor, o el caso de la temporada pasada en A Torre, con la suspensión de un partido de alevines por amenazas de los padres, hasta los insultos racistas a los jugadores negros, pasando por todo tipo de improperios a los árbitros y últimamente también a las árbitras, son consecuencia de una mala educación deportiva y social. 


Si bien es cierto que en el fútbol siempre lleva la peor parte la “madre” del árbitro, también lo es que son muchos los insultos a los jugadores del equipo rival. En un mundo globalizado como el actual, no debería molestarnos el futbolista de otra raza o con otro color de piel, y no es lícito cargar nuestros disgustos deportivos con exclamaciones xenófobas, sexistas o de mal gusto.


En resumen, apoyemos el juego limpio y erradiquemos la violencia verbal en el deporte

La violencia verbal en el fútbol

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