Fue más de lo mismo. Es, lamentablemente, muy triste el discurrir de este Deportivo por la Primera Federación. Pasé por innumerables episodios, unos de grandes y positivas emociones y otros de dura adversidad, pero en todos ellos los picos de intensidad no se prolongaron en el tiempo, dejaron huella, eso sí. En los positivos, de forma natural se estabilizan por sí sólos. Ya se sabe que todo lo que sube, baja. En la parte más adversa, las contrariedades, siempre tuvieron fecha para la reinversión de objetivos. Pero la vivencia de este Deportivo rompe cualquier parámetro de seguimiento.
Les vine trasladando, siempre desde mi particular visión, de que cuando la situación empeora, es que existe un problema y el primer paso para solucionarlo es detectar su origen. Esta vivencia blanquiazul, con el paso del tiempo, me hace perder el control sobre su análisis. La conclusión que saco, actualmente, es que se vienen dando palos de ciego, sin tener ninguna responsabilidad en las actuaciones. Los propietarios, andan perdidos en su laberinto bancario, utilizando sus recursos jerárquicos para actuar, pero se encuentran que en fútbol todo puede ser diferente al lógico razonamiento económico. ¿Y ante esto que deberían de hacer? Pues colocar al frente de la nave a un presidente presidencialista. Alguien con capacidad de gestión y transmisión, que llegue a todos los recovecos del club. La falta de liderazgo es una losa que esta entidad no consigue superar desde la caída de un Sr. Lendoiro sin control.
A partir de aquí, se abriría la reconstrucción del tablero con las piezas adecuadas. Por supuesto, acompañado de dos compañeros de viaje, uno en el plano económico y otro en el deportivo. Un director técnico que entendiese perfectamente la filosofía y propiciase, bajo la estructura actual de cantera, unos parámetros adecuados al desarrollo sostenible del proyecto, integrando un entrenador capacitado, no descartando que partiese de la propia casa. Miro la media de edad de los jugadores que jugaron en León, 31 años, y asusta.
La realidad es la que es y no vende absolutamente nada. Hacer desplazar, una vez más, a cerca de 2.000 seguidores para presenciar un pésimo espectáculo futbolístico no es de recibo. Da la sensación de que no pasa nada, que todo está amortiguado. Internamente nadie dice nada. Únicamente unas declaraciones del técnico que producen más hilaridad.
Esta semana llega la Ponferradina, ¡qué peligro!. Desde la grada se seguirá empujando, a estas horas es lo único que queda con esperanza. Ojalá me haya levantado con mal pie para escribir estas líneas y la realidad de casa Depor, fuesen otras.
Cambio radical de tercio. Me considero un ferviente seguidor del mundo baloncestístico y por ello, reconozco el poco espacio que le dedico al Leyma Coruña en estas líneas. Enorme el éxito alcanzado esta semana al meterse en la disputa por la Copa Princesa de Asturias. Un peldaño que lo sitúa en primera línea de aspiraciones. Simplemente un humilde consejo, para poder aspirar a todo es el momento de fichar a un jugador franquicia que marcase un antes y un después. Una cuestión económica que habría que meterla en un proyecto de ciudad. Que se lo hagan mirar quien tiene que hacerlo. Consejo de Administración y equipo están en la parrilla, sólo se necesita el empujón definitivo para dar el salto a la ACB. Se entraría en otra galaxia competitiva y muchos gremios locales lo agradecerían. No dejen de pasar esta oportunidad.
Como siempre, un placer.