El tiempo pasa y, aunque la marca depor es grande, no podemos seguir tan abajo, en todos los sentidos.
Pasando por Riazor se ven turistas haciendo fotos en el estadio más mítico del noroeste del país. Recordando que aquí no hace mucho se llegó al culmen de un club.
Ese poso permanece, pero no se crea que por España tenemos el mismo cartel de hace diez años, es evidente. De hecho, parece incluso que, por momentos, hay cierta inquina, cierta envidia, en plan ‘joróbense bien y paguen en el pozo de la tercera categoría el haber sido tan grandes’. Tampoco tiene el club el mismo peso en el fútbol nacional por razones obvias. El crédito de la entidad (no es un juego de palabras) está en que los que sí creen en la ‘marca’ y mantienen su compromiso con el equipo de su vida.
Mucho declive, mucha cuesta abajo en un solo lustro, cuando comenzamos a ver que íbamos hacia el abismo y sin frenos. Ahí detuvo la gran explosión, el acabose, el actual propietario. Y aunque hay un plan ‘b’ si no se asciende, e incluso un ‘c’, el tiempo pasa y no podemos seguir perdiendo nuestra marca.
