Dicen que es bueno dar un paso atrás para ir hacia adelante. Por ello, aunque parezca un contrasentido, la participación del Real Club Deportivo en la categoría de bronce del fútbol estatal, sin restar el constante sufrimiento padecido y las enormes decepciones cosechadas, puede suponer el impulso necesario a una entidad alicaída en la última década y que en la temporada 2019-2020 fue empujada al barro sin defender sus opciones al no respetarse el horario unificado en el partido de la postrera jornada liguera ante el Fuenlabrada. Hoy es diferente y el RCD ha puesto fin a cuatro largas temporadas lejos del fútbol profesional en las que incluso perdió en Riazor una promoción ante el Albacete y vio cercana la posibilidad de un nuevo descenso a la Segunda RFEF (antigua Tercera División).
El ascenso conseguido el pasado domingo permite a la dirección deportiva planificar con tiempo y optar a los mejores para apuntalar una plantilla que debe dar nuevas alegrías a todo el deportivismo y de esta manera continuar devolviendo el apoyo incondicional a su fiel afición.