Nuestra portada de ayer anunciaba una revancha sin drama entre Dépor y Albacete, que se plasmó a lo largo y ancho de los noventa minutos en Riazor. La derrota del Eldense ofrecía a ambos equipos la oportunidad de, con una victoria, sellar la permanencia matemática. Y ambos equipos decidieron que, si no la conseguían ayer, ya llegará la semana que viene. Y si no, la siguiente. En el Dépor, Gilsanz quiso premiar con la titularidad a Jaime —dejando en el banquillo a Martínez, a las puertas de la renovación por partidos disputados— y a Cristian Herrera. En el Albacete no jugó el juvenil Dani Bernabéu, pero Alberto González decidió dar entrada a muchos suplentes habituales: Martón, Lazo, Javi Villar, Jaume Costa, Pablo Sáenz... La tensión e intensidad apareció con cuentagotas. El Dépor cometió cinco faltas en todo el encuentro. El colegiado mostró dos cartulinas amarillas, a un Albacete que realizó pocas infracciones más. El árbitro también mostró una buena dosis de falta de intensidad. Perdonó dos amonestaciones al Deportivo en la primera mitad en claros agarrones sin opción de jugar la pelota. Y se fue al VAR de paseo, caminando con toda la tranquilidad del mundo, para ver la repetición del tanto que acabó anulando a Martón.
Por momentos, el choque fue un correcalles. En otros, una pachanga callejera. La diferencia estuvo, como otras tantas veces, en Yeremay. Dos goles y una asistencia llevaron su firma. Él se llevó la primera ovación. La otra fue —de guasa, o no— para Charlie Patiño, que al fin tuvo la oportunidad de estrenarse en Riazor, donde la tranquilidad de la permanencia hizo que también, como el pasado lunes, cayese la tensión.