La pasada semana les trasladaba qué, por lo visto en el partido celebrado en Riazor ante Unionistas de Salamanca, no llegaba la incorporación de Lucas Pérez para canalizar un equipo pleno de autoridad en la competición. No es cuestión solo de ahora, lo vengo reclamando desde tiempos inmemoriales.
El equipo no ofrece garantías de solvencia competitiva porque no se incorporan jugadores con esa capacidad y mentalidad. Resumiendo: se necesita correr más, subir los ‘decibelios’ y elevar el tono competitivo al máximo exponente. El sábado en Alcorcón veía a un equipo sin alma. No se daban 2-3 pases seguidos. Un rival mucho más motivado y con más ganas de ganar.
Cano nos contó que el choque estaba igualado hasta la expulsión del portero. Ya se sabe que cada uno se aferra a lo que le conviene. Muchos técnicos experimentan visiones contrapuestas a la realidad, tal vez motivado por el lugar que ocupan a ras de césped. Lo peor de todo, es que hasta se creen sus propias mentiras.
Un equipo como el Deportivo, con lo que se le supone, no puede permitirse el lujo de no competir con verdaderos laterales al uso, negándose una suculenta ayuda de unas coberturas que propicien rupturas en el juego por las bandas. Mientras que desde la dirección técnica no se asuman las deficiencias expuestas, se irá trampeando, pero nunca con carácter dominante, que realmente es lo que se espera.
El máximo responsable del vestuario reclama nuevas incorporaciones, le escuche decir que resultarían imprescindibles para lograr el ansiado ascenso. Entiendo, entre líneas, que los Trilli y demás compañía deberán de olvidarse de tener relevancia en la historia. Pero si tienen que venir, que vengan ya. Es obvio que con lo que hay no llega.
Siete puntos de distancia del objetivo, no debe significar renunciar al campeonato. Vi situaciones mucho peores, pero está claro que en esta línea actual sería todo un acontecimiento bíblico.
Espero que este varapalo recibido en tierras madrileñas no rebaje el nivel de apoyo en el próximo partido locatario.
Sería una pena perder el respaldo de los casi 24.000 aficionados que se congregaron en la última cita. No lo consiguió en su segunda presencia, pero el efecto Lucas debe hacer tremer a todo el organigrama de gestión blanquiazul.
Finalizo. Puedo pecar de reiterativo, pero la situación de los terrenos de juego, futbolísticos, de la ciudad de A Coruña son un autentico atentado a los practicantes.
Varios campos deberían ser clausurados, principalmente por los más jóvenes. Si en la anterior semana lo definía como vergonzoso, voy a dar un paso más y lo adjetivaré como insultante. Es como si no fuera con ellos.
Como siempre un placer.