NNo debe de ser fácil estar en el pellejo de David Villasuso. En apenas tres años como responsable-apoderado de la Propiedad en el RCD, ha visto como el equipo no ha sido capaz de recuperar la categoría profesional que pueda ayudar a cuadrar los números negativos que arrastra el club.
A la decepción deportiva hay que sumar la dimisión en masa del Consejo de Administración que deja al Director General sólo ante el peligro en ese angustioso compás de espera hasta la Asamblea del 17 de julio.
Entretanto deberá de tomar las decisiones necesarias para diseñar la temporada sin el apoyo o la aprobación de un nuevo Consejo todavía por nombrar y del que se desconoce quienes lo formarán. Se ha contratado a un director deportivo y un jefe de scouting (cazatalentos) que deberían de ser del agrado -o no- de los nuevos mandatarios. Es imaginable que enseguida se designe al inquilino del banquillo y entre ambas partes -dirección deportiva y entrenador- planifiquen contra reloj la temporada 23/24, de tal manera que cuando salga elegido el nuevo Consejo, estos no serán necesariamente responsables de dicho proyecto.
Y es que no ha podido ser más inoportuna la estampida de los responsables del club tras el partido de Castalia. Los plazos estatutarios obligan a que no se pueda celebrar la Asamblea antes de esa fecha si bien se sabía que esta convocatoria se solaparía con la pretemporada de la plantilla. En definitiva, que David Villasuso se mueve en el alambre con el apoyo de Abanca pero sin la consistencia que aportaría el plácet de la futura directiva.
Entre los efectos colaterales se sitúa el cese de Rubén de la Barrera, un técnico que ha tenido dos pasos fugaces y desafortunados por el Dépor, que se ha convertido en un mito para una gran parte de la afición que ve en el coruñés el compromiso que le ha faltado a los últimos de entrenadores.
Mientras tanto la Federación de Peñas, Riazor Blues y Old Faces convocan una concentración masiva ante la sede de Abanca el jueves 29 de junio a las 20 horas, ante la incertidumbre e inestabilidad que vive el club coruñés. Una nueva marejada que se cierne sobre el RCD ante una Propiedad que no ha sabido o no ha podido guiar un proyecto deportivo fiable.
Lo dicho, no envidio el papel que le ha tocado desempeñar en esta situación a David Villasuso, una persona que, con buenas, regulares o malas decisiones, ha seguido un plan exclusivamente dirigido a devolver al RCD al fútbol profesional con el mérito añadido de sobrellevarlo casi en solitario tras el abandono del Consejo de Administración.