Las declaraciones pospartido en Las Gaunas tanto por parte de Borja Jiménez como por los jugadores tenían como denominador común el llamamiento a la confianza en el Deportivo, seguir creyendo, a pesar de las dos últimas derrotas seguidas.
Si algo no hay que pedir a la afición blanquiazul es fe ni paciencia. A una hinchada que en los últimos años las ha visto de todos los colores y que aún así se ha mantenido al lado del equipo no hay que decírselo, porque ya sale de ella. Porque es algo inherente al ADN deportivista el tener esa fe inquebrantable y ese apoyo, sobre todo en las malas.
No percibo nerviosismo fuera, espero y deseo que no lo haya dentro, y coincido con el técnico del Deportivo que también tengo ganas de que llegue el partido ante el Racing de Santander,que ha estado planeando como una sombra desde su suspensión y que no se acaban de sacar la cabeza ni jugadores, ni técnico, a pesar de que no vaya a ser definitivo. Y no lo será porque aún quedará mucho y porque sería reducir todo a 90 minutos, cuando un ascenso es el resultado de la regularidad de toda una temporada.
Y aunque llegue en medio de una pequeña ‘pájara’ blanquiazul, veremos cómo afrontan los de Fernández Romo el choque en un Riazor que estará a rebosar y después de haber jugado solo dos partidos desde el 26 de enero. Aún si se produjese este miércoles un tropiezo, la afición del Depor seguiría creyendo y no dejaría de lado al equipo, como no lo hizo el curso pasado, pese al descalabro.
Porque los primeros que siguen confiando los que cada fin de semana, sea en Riazor o recorriendo los campos que componen la Primer RFEF, se siguen dejando la garganta y a los que ni dos, ni tres, ni las derrotas que vengan, les van a hacer bajarse del carro. Un carro al que llevan muchos años subidos, incluso cuando este no era el bólido que es ahora y ni tenía ruedas.
