E  l 23 de noviembre, en estas mismas líneas, me refería a la sorprendente derrota de Argentina frente a Arabia Saudí. Pues bien, de las dos opciones que había (la reacción o el desastre), los albicelestes eligieron la primera. Y unas semanas después, ya están en la final.

Al menos ya han igualado lo que les sucedió en Italia 90. Y, si el domingo ganan a Francia, habrán hecho lo mismo que España en Suráfrica. ¡Qué bonito, imprevisible y apasionante es el deporte!

En estas latitudes, creo que la mayoría desea el triunfo de Argentina. Por Scaloni, por los vínculos que hay con este país... Incluso por Messi, que hay que reconocer que se merece ganar un Mundial. En todo caso, llegan a la final dos equipos impresionantes. Fuertes pero talentosos, con estrellas pero en los que el bloque es fundamental... Con dos entrenadores que saben lo que tienen que hacer en cada situación... En definitiva, un regalo para los sentidos. Ese partido que siempre deseamos ver aquellos a los que nos gusta el fútbol.