Para un aficionado local al fútbol, en estos momentos no hay más que dos preocupaciones y ocupaciones (como decía el gran García): el Deportivo y el Mundial de Qatar.

La primera es mejor dejarla algo apartada, para que cuando pongamos el objetivo en ella se encuentre en una situación más potable que en la actualidad. Parece que el último resultado ha elevado los ánimos de los entusiastas veintitantos mil socios blanquiazules, y falta les hace porque las distancias con los primeros cada vez se iban haciendo más notables.

La segunda ‘preocupación’ es la marcha de la competición más importante del fútbol, esa que llega cada cuatro años y que, por razones exclusivamente económicas, quieren convertirla en bianual, con la consiguiente pérdida de encanto y valor deportivo. Pero qué importa el encanto allá donde esté una buena cartera llena…

Realmente, hasta la fecha ha habido muy pocos partidos en los que los aficionados hayan terminado satisfechos del fútbol presenciado. Quizá haya sido la selección de Francia la que parece dar una mayor sensación de poderío, a ratos. Y, con ella, llama la atención la solidez defensiva de Brasil porque su arte parece ir decayendo, como ocurre con todo el fútbol en general. 

Después de casi finalizada la ronda clasificatoria se puede decir que prácticamente todas las selecciones juegan de manera parecida. Lo que ocurre es que algunas tienen una mayor calidad individual, que se impone en el césped a la hora de la verdad. Sin duda, se trata de una nueva fase en la evolución del fútbol que sabe Dios en qué desembocará. A nosotros, que hemos visto fútbol de todas las clases, nos parece especialmente aburrida esta etapa, pero no opinan así multitud de aficionados que respaldan con su presencia y sus ánimos a sus respectivas selecciones a lo largo y ancho de todo el orbe. 

No hay igualdad entre unas y otras selecciones, pero sí se puede decir que aquella pretendida equiparación entre combinados de unos continentes y de otros está más cerca de producirse. Hay buenas muestras en esta fase clasificatoria, como las victorias de Arabia Saudí o Japón (ante Argentina y Alemania), y en eso sí que el fútbol avanza. No cabe duda que el intercambio de entrenadores y técnicos, para los que se ha abierto la geografía mundial, ha contribuido notablemente a que selecciones que en otros tiempos eran ‘cenicientas’ planten ahora cara a cualquier potencia.

En fin, Deportivo y Mundial siguen en nuestro punto de mira, pero, a estas alturas, con la ilusión justa.