Otra vez Rubiales
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Otra vez Rubiales


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No se sabe muy bien qué ocurre pero cuando una persona accede a un cargo con mando en plaza se trastorna y le entra un gran afán por controlarlo todo. Esto pasa frecuentemente en la política, pero también en el deporte. Uno de los ejemplos más claros (entre otros) lo ha dado estos días Rubiales, que ya está otra vez en el foco. Su apuesta por la Primera RFEF está cayendo en picado y le han llovido protestas por todos los lados, principalmente oponiéndose a las condiciones que quiere implantar para lograr la supervivencia de su invento.
 

Y Rubiales se ha enfadado. Y ha lanzado un ultimátum a los clubes mediante el cual, en resumen, se propone fiscalizar todos sus movimientos pasados, presentes y futuros: si aceptas mis condiciones me pongo en marcha y hacemos lo que yo digo, entonces “daremos la continuidad adecuada a la categoría”. En caso contrario, “aplicaremos lo que más convenga al fútbol español, de acuerdo con la Ley del Deporte y otras normas en vigor”, y se maneja la posibilidad de volver al modelo anterior. ¡Ah! Y los clubes tienen cuarenta y ocho horas para tomar una decisión tan compleja. En una palabra, parodiando a Groucho Marx, “si no tengo una Primera RFEF, me queda otra”. Y se hará lo que yo diga.  
 

El trasfondo del asunto es, como siempre, el dinero (la pérdida de dinero). Una categoría como ésta interesa relativamente y no hay empresa televisiva que sirva de soporte para la supervivencia de ninguna entidad. De hecho, según los últimos datos que se manejan, la última temporada perdieron dinero treinta y cinco de los cuarenta clubes de Primera RFEF.
 

Habla Rubiales de controles que garanticen los pagos de los salarios, de las obligaciones tributarias y de la Seguridad Social, así como la implantación de mecanismos para que la deuda no aumente, lo que entra dentro de la lógica. Pero lo que no agrada a los clubes es el pretendido derecho de veto que el presidente federativo quiere establecer sobre ellos a la hora de que puedan llegar a acuerdos comerciales por su cuenta sin el visto bueno de la propia Federación. En una palabra: quiere controlarlo todo para luego tener la libertad de emplear ese poder en la dirección que estime conveniente, como ha demostrado hace no mucho en actuaciones que todavía rondan en la mente de los aficionados y que no han logrado sonrojar la cara de este dirigente vividor y aprovechado.
 

Esta situación es problemática para todos, pero lo único claro es que Rubiales no va a dimitir. 

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