Óscar Cano es muy buen técnico, amante del juego posicional, ‘guardiolista’ pero no como simple imitador sino ocupado en desarrollar sus propios matices. Conocedor de la categoría, utilizador del Big Data solo como complemento, hombre curtido, con personalidad y con carácter, directo en el trato y, para algunos, un tanto altivo.
Así, a priori, todas son cualidades a tener en cuenta. Es también un estudioso y ha editado varios libros. Ahí me gusta menos, demasiado virtuosismo literario para algo a mi entender más pragmático y sencillo de explicar dentro de la complejidad de llevarlo a cabo.
Dicho esto, creo que su fichaje es positivo para el Deportivo. Me pregunto por qué no se tomó esta decisión en verano, cuando las partes se habían reunido en Ponferrada y estaba todo encarrilado.
La respuesta la doy yo también. Porque en ese momento, y en un ejercicio de cobardía, la Dirección Ejecutiva del club decidió continuar con Borja y situarlo como escudo protector ante lo que se podía avecinar y que finalmente se avecinó. Borja, más solo que nunca, se comió todos los marrones mientras los responsables ulteriores salían escasamente salpicados. Primó el egoísmo y el miedo de algunos al bien de la propia entidad.
Ahora, viéndole las orejas al lobo, vuelven atrás en sus pasos y contratan al mismo Cano de hace unos meses. Por cierto, una apuesta absoluta de Juan Gímenez tras coincidir en el grupo, uno con el Cornellá y el otro con el Castellón. Porque dudo mucho que en la Plaza de Pontevedra supieran de las capacidades de este profesional.
Cano tiene ante sí un reto complicado, sacar provecho de una plantilla desequilibrada, recolocar posiciones y mentalidades y erigirse en el líder que es. Estoy segura de que lo último lo conseguirá en breve.
Pero Cano también sabe a lo que se enfrenta fuera del verde, un secretario técnico afín al poder y un poder sin idea de fútbol, pese a que el Sr. Villasuso se lo crea.
No me agrada reincidir en los mensajes, pierden su peso. Por eso, dicho ya desde hace meses que no comparto los métodos ni los resultados de los Señores Rosende y Villasuso, me encomiendo al nuevo y válido entrenador y a una Propiedad que en el mercado de invierno debe dar la talla y el empuje que el equipo necesita para optar a lo que desde la propia cúpula nos inculcan, el ascenso.