Hoy un ejecutivo puede ejercer su labor profesional en una empresa y mañana pasarse a la competencia para ofrecer el mismo producto y a nadie le extraña este hecho. Sin embargo el deporte está en una dimensión diferente al resto de los órdenes de la sociedad y debido a esta peculiaridad al surgir episodios que se desvían del camino normal de la vida más de uno se rompe las vestiduras y censura los hechos como si los sufriese en primera persona.
El jugador del Real Madrid Mario Hezonja estuvo en los últimos días en el ojo del huracán debido a su futuro al finalizar este mes su vinculación con la sociedad blanca. El alero se dejó querer por la NBA, el Panathinaikos, el Partizan, el Barça y por el propio Real Madrid. Cuando se anunció un supuesto acuerdo con el club culé, tras declarar horas antes amor eterno a la entidad merengue, algo se quebró y algunos torpedearon la operación para evitar que se consumase. Al final, tras idas y vueltas y mucha incertidumbre, el croata ha renovado –todavía se desconoce el tiempo de su contrato– por una cantidad próxima a los 2,5 millones de euros netos por curso.
Lo hecho por Mario Hezonja y su agente no puede sorprender a nadie al estar cerca de los treinta años y ser esta la última oportunidad para firmar un buen contrato, ya que el próximo cheque no tendrá tantos ceros. Algunos verán bien su manera de proceder y otros mal, pero es evidente que se ha movido dentro de la legalidad y ha sabido jugar sus cartas lanzando un órdago que al final ha beneficiado sus intereses.