El Elche fue el último equipo de una larga fila en llevarse una nueva alegría a costa del Deportivo. Sin embargo, más allá del terrible 0-4 con el que el Dépor cerró el curso, el de ayer era un día para los gestos.
No lo tuvo el club con Óscar Gilsanz y es comprensible, pues su futuro está pendiente de una conversación. Lo mismo sucede con Hugo Rama, que acaba contrato, pero todavía tiene una charla pendiente con los responsables de la entidad.
Sí se despidió con honores a Pablo Martínez y Jaime Sánchez, en la misma situación que Rama pero a los que el Deportivo ya considera ‘amortizados’. Anuncio de adiós durante la semana, vídeo, rueda de prensa, titularidad, sencillo homenaje previo al partido y zona mixta al final del choque. Una despedida sin alardes, pero con honores. Tal y como son los dos centrales.
Como digo, con todo el pescado vendido y el pobre rendimiento del césped, el interés del encuentro contra el Elche estaba en los detalles. Yeremay Hernández recibió, por si acaso, el cariño de una afición que olvidó su cabreo por la goleada para aplaudir al ‘10’. Un cariño que le faltó, por cierto, al ‘otro’ Pablo, a Vázquez. Y no por parte de la hinchada.
En el partido en el que podía alcanzar un increíble registro disputando todos los partidos como titular y todos los minutos de la temporada, se quedó en el banco. Un feo detalle que el ‘apagafuegos’ Gilsanz justificó aludiendo a unas “molestias” que, sin embargo, sí le permitieron entrar al final. El camino para inducir a posibles salidas no es quedar mal con quien te sacó del barro y te mantuvo fuera de él.