Uno de los peores fines de semana profesionales, a nivel personal, que yo recuerdo, fue el del sábado 1 y el domingo 2 de junio de 2019. Ese sábado vivimos los compañeros periodistas y la propia expedición del Deportivo una aventura aeronáutica un tanto complicada. Suspendieron algunos vuelos en el trayecto desde Galicia a Madrid y fueron afectadas por el viento las conexiones desde la capital hacia el Levante español. Personalmente recuerdo ese vuelo Madrid-Alicante en un avión ATR-72 de la compañía Air Europa que fue lo más parecido que he vivido en el aire al efecto que produce una coctelera.
El domingo estaba programado un Elche-Deportivo. Nos la jugábamos. Ascendieron Osasuna y Granada y nosotros luchábamos por una promoción en la que luego, en Mallorca, no ascendimos.
Llegamos casi a la vez al Hotel Meliá Alicante, en el que recuerdo toda la vida al club cuando jugaba cerca de esa zona. Y a Lendoiro a las tantas de la mañana esperándome para preguntarme una serie de cosas cuando iba a convertirse secretario Xeral para o Deporte de la Xunta.
Sigo con el relato previo. Aterrizados en Alicante nos llega la noticia del accidente en el que fallece José Antonio Reyes. Viajaba desde Almendralejo (localidad de su club en aquel momento, el Extremadura) a Utrera, el pueblo en el que nació y residía entonces. Conducía un potente automóvil (Mercedes S550 modificado) a 187 kilómetros por hora. Reventó una rueda. Murió el jugador sevillano y un primo que viajaba junto a él. Una tragedia. Y todos pensamos que habría lo típico: minuto de silencio, brazaletes negros, lágrimas de los más cercanos y la suspensión del partido Cádiz-Extremadura.
Pues no. Por la tarde se comunica a los distintos clubes que participaban en partidos de esa jornada que además del partido del Carranza se suspendían: el Lugo-Tenerife, el Mallorca-Granada, el Elche-Deportivo, el Oviedo-Rayo Majadahonda y el Zaragoza-Numancia. Partidos que la Liga dicta que se jueguen el martes 4 de junio, todos a las 21 horas.
Aunque no tenga importancia para mí fue una faena doble. No solo por esperar por el partido dos días más, por tener que cambiar billetes... si no porque el lunes 3 tenía una reunión profesional en Madrid, de inexcusable asistencia. Viajé el lunes y el martes volviendo a Alicante el tren previsto circuló, menos mal, con casi tres horas de retraso.
Aquel partido Elche-Deportivo que empatamos 0-0 y en el que tuve el placer de que me acompañara, en los comentarios de la retransmisión que hice para Radio Intercoruña, Claudio Barragán, pasó a la historia por el retraso provocado por el accidente de tráfico en el que muere un jugador referente y que para su familia y sus amigos fue una gran desgracia. Ocurrió hace cinco años y medio.
El pasado martes por la noche se produce un fenómeno de la naturaleza llamado DANA, popularmente desde hace muchos años “gota fría”, que arrasa literalmente numerosas zonas de la provincia de Valencia, básicamente, y que se cobra la vida de más de 200 personas, a la espera de que finalicen las tareas de limpieza y desescombro y pueda aparecer, ojalá que no, alguna víctima más. Los daños han sido tan brutales que hay miles de personas que se han quedado sin nada. Y digo sin nada literalmente porque la realidad demuestra que por no tener ya no tienen ni casa.
Se tardará mucho tiempo en valorar todo lo que se ha perdido. Porque las que también se han visto afectadas han sido numerosas empresas. Más grandes o más pequeñas, pero que de alguna forma han desaparecido. Lógicamente en lo que afecta al deporte toda la actividad programada para celebrarse en esas zonas (Valencia, Alicante, Castellón o Almería) se suspende. Normal. Primero porque el ánimo no está para meter goles o canastas o hacer carreras. Segundo porque las instalaciones para la celebración de esas competiciones o se han perdido o están siendo usadas para labores humanitarias.
Hasta ahí el tema lo entiende todo el mundo.
Ayer al finalizar el partido Atlético de Madrid-Las Palmas el capitán rojiblanco, Koke, declaró que “ningún partido debería haberse jugado”. No fue el único en pronunciarse en ese sentido. Y estoy totalmente de acuerdo con él y con la mayoría que piensa lo mismo.
¿Qué diablos tiene que ver un accidente de tráfico de consecuencias trágicas, vale, con el partido de fútbol Lugo-Tenerife? Sin embargo toda España tiene familiares, amigos, conocidos, compañeros… en la zona de la catástrofe. Pero desde las instituciones deportivas la opinión es “que hay que jugar”. ¿Saben ustedes por qué? Porque la pela es la pela. Porque hay que cumplir contratos exigentes. Porque nuestros dirigentes deportivos, sobre todo en el fútbol, en un periodo de tiempo en el que normalmente deberían de jugarse 40 partidos han programado 60. Amistosos, selecciones, Liga, Copa, Supercopa…
De mediados de agosto a mediados de junio (nunca más tarde porque llegan los partidos de las selecciones) hay 45 semanas. Por convenio el mundo del fútbol para durante un par de semanas en Navidad. Nos quedan 43 semanas. A calzador se podrían programar 43 sesiones de fútbol. Pongamos 50 para redondear.
En septiembre, octubre y noviembre de este año, y en marzo y principios de junio de 2025 hay que parar las ligas domésticas por compromiso de competiciones de selecciones nacionales.
Insisto, el problema es que en un tiempo que puede abarcar 50 jornadas por decir algo, hay jugadores que acaban jugando casi 70 partidos y que el espacio de tiempo lo condensan tanto que, como dijo el inefable presidente de la LFP, “hay que jugar”.