El Deportivo está viviendo un verano tranquilo en lo que se refiere al siempre exigente entorno blanquiazul. No afrontaba un mercado fácil Fernando Soriano, duramente criticado en el tramo final de la temporada pasada por una afición que no dudó en mostrar su malestar en los últimos encuentros en Riazor. “Voy a pelear y luchar para revertir esta situación. Lo voy a hacer, no soy de rendirme”. El maño reconocía en la presentación de Antonio Hidalgo como nuevo entrenador deportivista que lo pasó mal, asumiendo que tenía por delante unos meses decisivos para estar a la altura, al tiempo que el club herculino trataba de dar un paso adelante en el proyecto.
Faltan cuatro semanas para que se cierre la ventana de inscripciones y lo cierto es que el arquitecto del equipo coruñés tiene bien encarrilado todos los deberes que se le encomendaron para la planificación de la plantilla 2025-26. Ha conseguido firmar futbolistas cotizados en posiciones importantes como Luismi y Gragera, dejando la sensación general de que la competencia está subiendo en un vestuario en el que la diferencia reciente entre titulares y suplentes se hacía inasumible para aspirar al premio mayor. Y, cuestión que no es menor, lo ha hecho con cierto margen para que los nuevos tengan tiempo de rodarse antes de que arranque la competición.
Sabe bien, en todo caso, que no puede relajarse. Le quedan a Soriano dos frentes abiertos que darán la nota final cuando llegue septiembre y que suponen un reto considerable para las próximas semanas. El primero es la operación salida. 28 jugadores con contrato tiene ahora mismo a sus órdenes un Hidalgo que ya se quejó de la sobrepoblación antes de viajar a Londres. A medida que se acerque la fecha límite, el problema será también administrativo, ya que nadie tiene permitido superar ese techo de 25… y todavía quedan varios refuerzos por incorporarse.
El segundo y más importante, no fallar en las áreas. Una cadena es tan fuerte como lo sea su eslabón más débil y, ahora mismo, el Dépor está dejando tan buenas sensaciones entre las dos orillas como dudas cada vez que el balón pasa por las zonas de castigo. En defensa, la dirección deportiva ha jugado ya sus cartas. La apuesta tiene su riesgo y solo el tiempo dirá si priorizar potencial sobre experiencia da resultado. Salvo as en la manga, que no se puede descartar viendo que la llegada de Loureiro le abre la puerta a Petxa, la temporada apunta a ser una reválida constante para los Barcia, Noubi y Comas.
Y por último, la guinda del pastel, los delanteros. Es más que probable que acaben siendo en plural a juzgar por las palabras del técnico y de que, hasta ahora, a Eddahchouri y a Bouldini les está costando mucho dar motivos para que no se piense en importar una buena dosis de pólvora para aprovechar toda la chispa que el equipo apunta a generar en tres cuartos. No será sencillo. Si uno echa un vistazo a cómo se mueve el mercado de delanteros en Segunda, es inevitable pensar que se trata de la tarea más complicada y que más dolores de cabeza le da a todos los directores deportivos. Firmar gol exige una inversión importante prácticamente solo por preguntar. Inversiones que, en muchos casos, no garantizan nada. Pero acertar es indispensable para que en su bien emprendido camino para volver a ser un gigante, el Dépor no se quede a medias por tener los pies de barro.