El caso es que Rafa Nadal se acerca a los 37 años con un palmarés que lo coloca entre las tres mejores raquetas de la historia del tenis. Hasta ahora es quien acumula más Majors (22), el segundo que ha obtenido más títulos en torneos ATP Master 1.000 con 36 victorias -a sólo dos del serbio Djokovic-, 23 campeonatos ATP 500, 10 ATP 250 además de adornar su vitrina con una medalla olímpica y cinco Copas Davis.
De sobra conocemos y admiramos su coraje, su fuerza de voluntad y capacidad para sobreponerse a los momentos duros, que los tuvo y muchos. No es de los deportistas que renuncien con facilidad a sus propios retos ni alguien que se venza ante las adversidades. En el circuito es respetado y venerado no sólo por su calidad si no por su fortaleza mental y determinación para llevarse los partidos más complicados.
Son muchas las ocasiones en las que se ha querido dar tenísticamente por muerto a Rafa y muchas más las veces en las que ha vuelto a rehacerse para seguir en el primer plano del circuito.
Sin ir más lejos, una lesión en su pie izquierdo en 2021 tras ganar Roland Garros le obligó a renunciar al resto de temporada. Tras un regreso triunfal en 2022, ganando consecutivamente en Melbourne, Open de Australia y Acapulco, tuvo que parar tras la final de Indian Wells en las que se dañó una costilla. Poco más de tres meses después volvió a la tierra batida para llevarse su 14º Roland Garros y plantarse en cuartos de final en Wimbledon en la remontó un partido lleno de coraje ante Fritz.
Su cuerpo volvió a decir basta por una rotura abdominal, algo que no le impidió cerrar la temporada -menguado físicamente- en el US Open perdiendo un partido en octavos ante Frances Tiafoe.
La presente campaña se iniciaba con dudas porque su cuerpo está dando señales inequívocas del paso del tiempo. Una lesión a los veinte años tiene mayores probabilidades de curación que mediada la treintena. Sin embargo, sigue peleando contra su cuerpo porque la calidad y ansias de ganar no las ha perdido.
El paso del tiempo unido a la carga de partidos y temporadas que lleva Nadal en el escalón más alto de la exigencia indican que su retirada está más cerca que lejos, una realidad muy difícil de aceptar para quien ha sido y es un gran campeón. Su cuerpo está notando cada vez más el paso del tiempo.
Queda recuperarse de la enésima lesión, esta vez en Australia, y acometer una temporada de tierra batida donde siempre se ha encontrado más cómodo. Es en esta superficie donde menos sufre su maltrecho cuerpo y donde ha demostrado que va a ser casi imposible superar sus registros.
Ojalá Rafa vuelva a resurgir pronto y pueda despedirse de una afición que lo adora en su superficie favorito. Poco más tiene que demostrar esta leyenda viva del tenis mundial.
@pgarcia_ramos