La pasada semana les trasladaba que el partido del Deportivo en Barcelona, debería ser un punto de inflexión definitivo en el devenir, parcial, blanquiazul. Remarcaba las únicas posibilidades que cabrían dependiendo del resultado. Era obvio y así se trasladaba desde todos los ámbitos de opinión, que una derrota supondría la caída del actual técnico. En la otra vertiente, una victoria como la lograda, haría que, aunque fuese temporalmente, el “río” recobrase caudal y se recuperasen sensaciones para alcanzar la meta al final del campeonato.
¡Aleluya!. Tras un partido, donde todo pudo suceder teniendo en cuenta las circunstancias, los tres ansiados puntos volvieron en el vuelo de regreso de la expedición. Como se suele comentar en los canales informativos, el técnico vasco tendrá posibilidades de comerse el turrón a las orillas de Riazor.
Pero recogiendo la filosofía del titular de estas líneas, me gustaría remarcar, por la importancia de puertas para adentro, el hecho de que los jugadores no dejaran caer al mister. Los que se mueven en los entresijos futbolísticos, saben perfectamente de lo que hablo. Cuando el grupo, por las causas que fueren, no desea la continuidad del que los dirige, no suele apretar las “clavijas” en los momentos claves para poder salir de la situación. Ahí es cuando los máximos mandatarios de las entidades lo tienen fácil para tomar decisiones. Un ejemplo significativo lo tuvimos estos días pasados con el Villarreal. Pacheta fue destituido por la falta de conexión con la plantilla, con pesos pesados difíciles de sobrellevar.
Por todo ello, considero que aparte de la importancia de los puntos conseguidos, se puede entender que hay un vestuario comprometido con la situación, aunque posteriormente no se tenga, en conjunto, la capacidad para demostrar sobre el césped lo que de ellos se espera.
Es lo grande de este deporte, te cambia la cara en decimas de segundo. Se abre un nuevo mini ciclo, esperando que esa energía demostrada en la segunda parte en Barcelona, se generalice a lo largo de la competición. Resulta fundamental que estos jugadores, más los que se puedan incorporar en el mercado de invierno, sepan “entregarse a la acción” con el objetivo de alcanzar la meta soñada.
El próximo rival en Riazor, un histórico como el Sestao River (reconvertido), llegará con el ímpetu necesario por salir de la zona del descenso. La jornada debe ser propicia, pero cualquier relajación podría llevarnos hacia una repetición de jornadas anteriores. Será en horario a la antigua usanza, las 16.00 h., y obligará a cambiar hábitos dominicales. Todo es cuestión de llevarlo de la mejor forma posible, intentando que Riazor vuelva a recuperar cifras de espectadores que asombren al resto del colectivo nacional.
Pero no se olviden que esta mañana tendremos jornada copera, la que tan buenos recuerdos sobrevive entorno al deportivismo. El Tenerife acudirá a Riazor con el deseo, como todos, de pasar la eliminatoria y poder seguir avanzando hasta encontrarse con un grande, dejando una buena taquilla. Existe la idea de que cuando hay serias aspiraciones por alguna meta, la Copa se convierte en un estorbo y se renuncia anticipadamente. Mi opinión es que no, que es un dulce y cuanto más dure, mejor es la felicidad para saborearlo.
Punto y aparte. Suelo ser duro con el estado de las instalaciones futbolísticas en Coruña, alguna de dudosa reputación, Pero tras ver donde juegan los equipos de categorías inferiores del Racing de Ferrol en A Gandara, esto es jauja. Tengo que agradecerle al concejal coruñés por el enorme esfuerzo que realiza por superar al de la ciudad departamental. No se consuela el que no quiere.
Finalizo con una broma, en la que se ha convertido el VAR. Las expulsiones del Racing y del Cadiz, demuestran que todo esto no está en buenas manos. Desconfíen y acertarán.
Como siempre un placer