Ya no falta nada para que comience el tan controvertido Mundial de Qatar. Ahora, cuando todo está decidido, parece que una parte del mundo futbolístico está contra ese país y esa cultura, pero, mientras tanto, no se oyeron voces de los que ahora gritan y, presuntamente, se han venido llenando los bolsillos, por tomar unas decisiones como mínimo extrañas.
Nos hemos dado cuenta ahora de todos los males: miles de trabajadores, que vivían explotados, parece ser que murieron en las obras de construcción de los estadios; las mujeres reciben un menosprecio sistemático por el hecho de serlo; los homosexuales no son admitidos (como poco) en aquella sociedad. La hipocresía occidental despertó ahora y protesta lo justo, quizá para tratar de aliviar su propia conciencia que no sus ganancias económicas. Y en este grupo se incluye principalmente la FIFA y todo lo que la rodea.
Observo estos días muchos artículos farisaicos en la prensa, en los que sus autores dicen que “no voy a ver ni un partido del Mundial”, alentados, en cierta forma, por esas voces anónimas que ahora llaman redes sociales. Pues nosotros, desde esta modesta columna, anunciamos que vamos a ver todos los partidos que podamos. El camino para luchar contra estas discriminaciones no es éste sino otro tipo de políticas de los gobiernos.
Recientemente ha habido Juegos Olímpicos en China y un Mundial en Rusia, y no recordamos una sola protesta contra los regímenes totalitarios de esos países. Y, claro, vimos y vivimos tranquilamente todos los acontecimientos deportivos que nos depararon esos dos eventos.
Cuando era joven, el periodismo deportivo ponía mucho énfasis en diferenciar la política del deporte. Pero sus pretensiones fueron aflojando conforme se veía la imposibilidad de ello: la política lo ha invadido todo conforme avanzaron los tiempos. A nosotros (a todos) nos pasa ahora algo parecido: vamos a ver el fútbol y obviar la situación política de Qatar. Habrá, sí, protestas durante un cierto tiempo pero luego el acontecimiento deportivo se impondrá a todo lo demás.
Después de todo, ya lo dijo Xavi hace unos años: “Qatar funciona mejor que España, pese a no ser una democracia. Aquí hay muchas ventajas: la tranquilidad, la seguridad… Mi mujer me dice que si podemos seguir aquí será mejor para nuestros hijos. La gente aquí es feliz”. Pues si lo dice Xavi, vamos a ver el Mundial tranquilamente.