En esa absurda y obstinada carrera por entronizar al mejor futbolista de la historia, la Copa del Mundo suele ser un referente muy valioso para inclinar la balanza hacia uno u otro de los aspirantes a ese trono irreal. Comparar a jugadores que compiten en épocas tan dispares como Di Stéfano, Pelé, Cruyff, Maradona o Messi es tan inútil como infructuoso.
Sin ir más lejos, Di Stéfano no disputó ningún Mundial, ni con Argentina ni con España, y pasa por ser el futbolista más determinante de la década de los cincuenta en las filas del Real Madrid pentacampeón de Europa. Por el contrario, O Rei Pelé triunfó precozmente con la canarinha manteniendo a la vez una carrera brillante en el Santos. Asimismo, Cruyff lideró una nueva concepción del juego tanto en el Ajax como con Holanda si bien con la oranje se quedó a las puertas de la gloria.
Más discusión genera la comparación entre Diego Maradona y Leo Messi. Ambos argentinos, es decir, ídolos de una afición tan exagerada como mitómana. Entre los méritos más sobresalientes del primero se recuerdan haber hecho campeón de la Serie A al modestísimo Nápoles, guiado por su talento y carácter. Pero no tocaría el cielo hasta levantar el título de Campeón del Mundo con la albiceleste en México, con la mano de Dios incluida.
Por su parte Leo Messi ganó con el Barcelona todo lo imaginable siendo de largo el mejor jugador del equipo. Sin embargo, siempre estuvo bajo la sombra de Diego al no haber conseguido un gran título con Argentina.
Su actitud con la escuadra nacional generaba dudas por su falta de carácter para liderar al conjunto y no desplegar el futbol al que nos tenía acostumbrados en Camp Barsa. Incluso renunció temporalmente al combinado nacional acusado de no poder soportar la presión que ejercía su país sobre él.
Paradójicamente, parece que la muerte de Diego Armando (1960-2020) alejó ese viejo fantasma que pesaba sobre Leo. Solo un año después de que nos dejara el Pelusa, y con un entrenador interino que resultó ser un hallazgo como Lionel Scaloni, Messi levantaba por fin su primer título con Argentina. Nada menos que la Copa América ante la selección anfitriona, la pentacampeona Brasil.
En Catar, Messi se ha sacudido la sombra de Maradona. Sin estar en su mejor momento de forma, el rosarino lidera con magisterio a su equipo, interviene más en el juego, está arropado por jugadores capaces de generar ese ecosistema donde Leo es feliz y, para terminar de dar un golpe en la mesa, ha sacado a relucir un genio al que no estábamos acostumbrados cuando en mitad de una entrevista se dirigió al delantero holandés Werghorst con una expresión fuera de lugar pero a la vez un grito de autoafirmación personal: ¡Qué mirás bobo!
Creo que no es el mejor Leo Messi que hemos visto pero esta versión le puede llevar a sacarse la espina clavada de no haber ganado una Copa del Mundo.
@pgarcia_ramos