A finales de los años sesenta el ayuntamiento coruñés compró/alquiló una carpa gigante para celebración de espectáculos culturales a la que denominaron pomposamente Auditorio. En principio se utilizó en la plaza de María Pita para albergar las representaciones teatrales de los itinerantes “Festivales de España”, en donde yo recuerdo haber presenciado una representación de “Calígula”. Se trataba de un tinglado formado por dos medias esferas pegadas. La ciudadanía, con su fino humor, enseguida la bautizó como “las tetas de María Pita”. Posteriormente fueron trasladadas al campo existente entonces detrás de la torre de Marathón y se utilizaron como cancha cubierta para partidos de baloncesto. Aquella temporada, la 67/68, el Club Bosco, presidido por Antonio Álvarez, alcanzaría el ascenso a la Primera División -hoy A.C.B.- jugando sus partidos en dichas instalaciones. Después de un frustrado intento de conseguirlo directamente, el Bosco tuvo que jugar una Fase de Sector en la que se clasificó primero y posteriormente un enfrentamiento a doble vuelta ante el Vallehermoso madrileño, al que vencieron en el partido de Riazor después de remontar los siete puntos de desventaja del partido de ida, en un memorable encuentro con abarrote de público en dicho Auditorio. Los héroes de aquella gesta, que llevaron al baloncesto coruñés a codearse en la temporada siguiente con los Madrid, Barcelona, Juventud, Manresa, etc. estuvieron dirigidos en esa fase final por el veterano entrenador Manuel Fernández Trigo que alineó en ese último partido a Elexpuru, Mané, Modrego, Descartín, Rozas, Pardo, Roura, Goyo, Mosquera y Barca.
Estos días la prensa ha informado del cese de actividad como almacén de carbón de la Medusa instalada en el Puerto en el año 2007, así como de las posibles soluciones para reconvertir su uso en un futuro próximo. Se habla de desmontarla y que el Ayuntamiento le busque emplazamiento para dedicarlo a actividades culturales o deportivas. Creo sinceramente que nuestra ciudad está suficientemente dotada de recintos culturales y en cambio sería muy apropiada su utilización como recinto deportivo, a poder ser en la propia zona de San Diego, ya que, como dicen los técnicos, su desmontaje y traslado sería muy costoso.
Ampliaría así las posibilidades de ofrecer a los clubes locales de baloncesto, balonmano, fútbol sala, hockey y cuantas modalidades se practiquen bajo techo, una mayor oferta de horas de entrenamiento y de celebración de sus competiciones oficiales. Como la Medusa tiene unas proporciones gigantescas, -el doble que el Coliseum de Elviña- podría albergar también otras instalaciones deportivas como gimnasios, piscinas, saunas, una pista de hielo y cuantos equipamientos redunden en la actividad física de la ciudadanía. La solución pasa por un fructifico entendimiento entre el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria, que deben jugar en el mismo equipo y no intentar jugar una partida de tenis pasando la pelota de un campo al campo contrario.