El RCD confirmó esta semana el fichaje de Lucas Pérez lo que significa la vuelta del hijo pródigo a Riazor. Será su cuarta aventura en el cuadro coruñés tras una dilatada y no menos ajetreada trayectoria deportiva. Parece que se trata de una parada y fonda ya que el de Monelos pretende concluir su carrera profesional en su ciudad.
Se trata de un refuerzo excepcional que llega después de ser un jugador importante en sus clubes en la máxima categoría. Aportará goles y peligro en donde el Dépor más lo necesita. Entiendo que el cambio de división no debería de ser un problema para alguien que siempre ha aportado mucho en los equipos que ha jugado en España. A esto hay que sumar el carisma que tiene entre el deportivismo. Este aspecto será fundamental para la afición a la hora de identificarse con su Club. Cubre en este sentido una carencia que tenía el Dépor en los últimos años.
Es fácil imaginarse en un futuro inmediato el nombre de Lucas en la espalda de las camisetas de los aficionados. El contrato se anuncia que será de largo recorrido desempeñando en el futuro puestos de responsabilidad en el cuadro técnico del Club en el momento de su retirada. Posiblemente es el fichaje que más impulso va a dar al cuadro herculino en su pelea por el ascenso.
Sin embargo, y sin ánimo de cuestionar la nueva adquisición, se trata de una contratación que encierra algunas dudas que el Consejo debería de clarificar. En primer lugar, por qué se paga la clausula de rescisión al Cádiz en enero cuando no ha variado su cuantía desde el mes de junio, fecha en la que el RCD inicia las gestiones para ficharlo. Más aún cuando a Lucas llegaría gratis al final de temporada.
Aunque es indiscutible y loable el empeño del futbolista por venir al Dépor, no parece que se estile en el mundo del fútbol que el deportista financie el 50% de su traspaso y renuncie a la ficha que tenía en el Cádiz. Todavía más difícil de entender cuando el tope salarial de un jugador del Deportivo en 1ª RFEF no debe de sobrepasar los 150.000 euros cuando el futbolista ganaba cerca de un millón de euros al año.
Es una pena que el Consejo de Administración no sea más transparente en esta operación, tan bien acogida por la afición, pero que genera incertidumbres sobre su papel en la actual plantilla, así como su futuro en la entidad. Como decía, es complicado que un deportista pierda dinero por jugar en el equipo de sus sueños, pero pagar por jugar en ese equipo se me antoja una locura.
@pgarcia_ramos