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Falta menos de medio año para que comiencen los Juegos Olímpicos de París y todos los deportistas –en sus diferentes especialidades- afrontan su preparación de cara a la mayor cita del deporte cada cuatro años. Hay otras competiciones por el medio, incluso campeonatos del mundo, pero las miras de todos están puestas en la más importante de todas.  


Entre los que preparan con mayor dedicación e intensidad su presencia en la capital de Francia son los atletas. El atletismo es, por encima de los demás, el deporte de mayor significación en la cita olímpica y siempre despierta la mayor expectación. Nunca defrauda porque el rendimiento de los atletas en la pista ronda la épica. 


Naturalmente, deportistas de todos los lugares del mundo que se disponen a participar en los Juegos preparan con esmero su presencia. Ahí están también los españoles. Por eso nos ha sorprendido la noticia que ha saltado a la actualidad hace no muchas horas sobre la sanción provisional que la World Athletics le ha impuesto al atleta español Mohamed Katir, uno de los principales aspirantes del medio fondo de nuestro país a subir al podio.


Katir ha salido a la palestra inmediatamente, porque ve peligrar su presencia en París. Y se ha apresurado a aclarar que la infracción de la que se le acusa no es por dopaje, por usar sustancias prohibidas. Ni tampoco lo es por eludir controles oficiales porque en los últimos doce meses dice que ha pasado nada menos que veinticinco. Según señala Katir, se trata de fallos en la documentación para su localización. 


Inmediatamente, la Federación Española de Atletismo ha hecho pública una nota en la que informa que ha suspendido la licencia de Katir. Y a continuación aclara que un atleta suspendido no puede ser elegido para participar en los Juegos. Finaliza el organismo federativo diciendo que apoya la integridad, la justicia y la ética en el deporte. 


Llama la atención, por supuesto, la rapidez con que los federativos han puesto distancia entre el principal organismo del atletismo español y el propio atleta.  Se nos escapan las razones, pero el asunto tiene toda la pinta de que no va a acabar bien para Mohamed Katir, puesto que este tipo de incumplimientos “de localización” vienen siendo castigados por los organismos internacionales con un mínimo de dos años de ausencia en las competiciones.


Katir ha anunciado que va a recurrir a los organismos pertinentes porque tiene razón, pero los vientos no parecen soplarle favorablemente. Habrá que seguir el caso con atención.

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