Todavía no se ha acabado la temporada futbolística porque aún queda la Eurocopa de Naciones. Los aficionados son insaciables y, a pesar de estar al límite de partidos, todavía están en condiciones de soportar esta fase final del torneo europeo de selecciones por excelencia, al que avala, entre otras cosas, un ya largo historial en el que han inscrito su nombre las más potentes selecciones del Viejo Continente.
La competición, no cabe duda, es atractiva porque se dan cita en ella muchos de los mejores jugadores del mundo en la actualidad, aunque llegan con una importante sobrecarga de partidos. Más o menos todos llevan alrededor de sesenta partidos a cuestas –algunos, incluso más- y con esa losa física es difícil que, a estas alturas, puedan rendir al cien por ciento.
Ahora que las declaraciones de Ancelotti han puesto de moda este asunto –por culpa del gran número de partidos que presentará la nueva fórmula del Mundialito-, los países tendrían que empezar a pensar tanto en los futbolistas como en los aficionados y deberían de dirigir sus pasos hacia la reducción de enfrentamientos en sus ligas nacionales, lo que representaría un importante desahogo. Y, de paso, se garantizaría que estas fases finales - como la de la Eurocopa ahora y el Mundial dentro de dos años- se afrontarían con futbolistas en mejor estado físico y, por lo tanto, con posibilidades de dar un rendimiento más alto para beneficio de los aficionados.
Pero la realidad nos dice que las competiciones marchan por el camino contrario. Esta fase final de la Eurocopa que empieza hoy cuenta con nada menos que veinticuatro selecciones, lo que obliga a un buen número de partidos. Las que lleguen a la final deberá disputar siete partidos en un mes, un desgaste que se une al que los protagonistas traen de una larga y agitada temporada.
Naturalmente, los clubes son los primeros interesados en que esto siga así. Cuando más partidos y más torneos se jueguen, más ingresos tendrán. Si se lesiona un jugador, se pone otro y tira para adelante.
No deja de tener razón Ancelotti en su análisis, aunque también él arrime el ascua a su sardina. Pero que una competición como la Copa Intercontinental –que la jugaban el campeón de Europa y el campeón de América- se convierta ahora en un torneo de treinta y dos equipos no deja de ser sarcástico. Sin entrar a valorar otro tipo de cosas como la selección de los participantes. Pero ahora lo que atrae al aficionado es la Eurocopa. Vamos a ver qué nos depara.