Lázaro Candal
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Lázaro Candal


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Aunque hayan pasado ya unos cuantos días de la muerte de Lázaro Candal, creo que le debemos unas líneas. Se trata de un personaje que, desde el periodismo,  estuvo unas cuantas décadas en el centro de la actividad futbolística mundial y fue grande su influencia por aquellos lugares por los que pasó y donde dejó su impronta.


Lázaro Candal fue un fenómeno de la comunicación. Si hablas con cualquiera que haya seguido medianamente su trayectoria en Venezuela, te dirá la importancia e influencia que ha tenido en el mundo del fútbol. Y, desde un país tan pequeño futbolísticamente, fue conocido por mucha gente como ‘Papaíto’ Candal. Trató con los mejores de la historia –Di Stéfano, Pelé, Maradona…- y fue amigo de alguno de ellos. Mención especial aquí para el central Elías Figueroa, por quien sentía gran admiración y que fue casi un desconocido en Europa (Beckenbauer dijo de él en una ocasión: “Yo soy el Elías Figueroa de Europa”). 


Pero la verdadera devoción de Candal fue el Deportivo. Y hacía gala de ella por todo el mundo. Era con el que gozaba y con el que sufría. En una ocasión nos dijo: “Mi mujer, mis hijos y yo salimos llorando de Riazor cuando Djukic falló el penalti”. Y, por lo mismo, cuando el Deportivo ganó la Liga y el Centenariazo confesó que “habían sido dos de los días más felices de su vida”. No era políticamente correcto, ponía pasión en lo que decía e iba contra corriente cuando lo estimaba oportuno. “¿Lendoiro? Hizo una labor irrepetible. ¿Que el Deportivo debe 100 millones? Para mí fue barato por lo mucho que me hizo disfrutar”. O aquella frase: “Djalminha superó a Zidane. Fue un superdotado sin suerte en el fútbol”.


Lázaro Candal ha sido una de las personas con las que más a gusto he visto fútbol y con quien más me identifiqué en la manera de interpretarlo. Lo conocí tarde, pero lo suficiente como para comprender su papel estelar en el periodismo mundial y tener la suerte de compartir muchos partidos y algunas reuniones junto a él y aprender de sus conocimientos. Había cruzado el charco en 1956 y, tras una corta estancia en Costa Rica, se había afincado en Venezuela, desde donde siempre contaba los días que le quedaban para regresar a su amada tierra, a la que se fue después para disfrutar los últimos años de su vida con su familia y amigos. 


Conocimos a su hijo, que continúa la labor de su padre, y mediante estas líneas le enviamos un cariñoso abrazo. Descanse en paz Lázaro Candal.

Lázaro Candal

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