Una de las mejores noticias que en las últimas fechas ha ocurrido en el deporte gallego es la conquista del segundo título mundial de motocross de Jorge Prado. Aquel niño lucense que se trasladó con su familia a Bélgica para poder hacerse un sitio entre los grandes está ahora en lo más alto. Una bonita historia de superación y sacrificio, pero también un triste hecho que, en España y en algunos deportes (también le pasó en su día, por ejemplo, al patinador Javier Fernández), haya que hacer las maletas con el fin de ser alguien en determinadas disciplinas.
Jorge Prado ha conseguido algo que quizás es más difícil que alcanzar el primer título. Mantenerse. Como ha dicho recientemente, ha sido un Mundial durísimo.
El futuro le espera. Hay voces que le sitúan en el Supercross estadounidense. En todo caso, que siga ganando. Y que su familia, aquella que confío en él y renunció a tantas cosas, pueda presumir orgullosa de su campeón del mundo. Porque cuando llega la fama y el éxito, siempre es importante mantener cerca a las personas que ayudaron al principio de todo.